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TRASLADO DE LAS SANTAS RELIQUIAS DE LA SANTA MÁRTIR IA DE PERSIA

conmemorada el 04 de agosto.


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La Santa Mártir Ia (gr. Ίας) era una anciana cristiana que vivía en la fortaleza de Bet-Zabde (o Phenak) en la orilla derecha del Tigris en la frontera de los imperios romano y persa. El rey Shapur II de Persia (309-379), después de varios intentos de capturar dicha fortaleza, la tomó en el año 362. Arrasó sus muros, aniquiló a muchos de la guarnición e hizo cautivos a nueve mil cristianos, incluido el Santo Obispo Heliodoro, así como sacerdotes, diáconos, ascetas y cristianos piadosos (9 de abril).

Santa Ia estaba entre los prisioneros cristianos que fueron deportados a Bet-Houzae en Persia. Ella estaba bien instruida en la fe, y el amor la movió a dar a conocer la palabra de Dios a las mujeres del lugar. Pero los esposos, sospechando que estaba tratando de persuadir a sus esposas para que huyeran del matrimonio, la denunciaron. El Rey Shapur ordenó a dos de sus hechiceros que atraparan a la Santa y la atormentaran hasta que adorara el fuego y el agua.

Cuando Ia confesó valientemente a Cristo, la desnudaron, quebraron sus extremidades con cuerdas y cinco torturadores la azotaron sin piedad. Cubierta de heridas, fue encarcelada.

Dos meses después, cuando fue interrogada nuevamente, dijo: “Me mantendré firme en la gracia que se me ha dado; nada en el mundo me hará renunciar al Dios verdadero a cambio de tus ídolos vanos”. Por tal respuesta, fue azotada con cuarenta tallos de rosales llenos de espinas hasta que los restos de su carne cubrieron el suelo.

Después de mantener a la Santa en prisión durante seis meses más, los hechiceros, incapaces de superar su resolución, “fuerte como la muerte”, ataron firmemente nueve cañas a su cuerpo con finas cuerdas. Sacaron las cañas una por una, rasgando su carne tan profundamente que aparecieron sus entrañas.

Diez días después del tormento, la oprimieron en una prensa y luego la decapitaron, obteniendo, así, la inmarcesible corona del martirio.

Se dice que donde su sangre se derramó en el suelo, la tierra comenzó a hincharse y elevarse de una manera sobrenatural, y la luz del sol se ocultó. Ésto, junto con la hermosa fragancia que emanaba de su reliquia, sorprendió a sus verdugos. Dejaron su cuerpo para que los buitres y los cuervos carroñeros lo devoraran, pero los cristianos lograron rescatarlo y le dieron una digna sepultura. Más tarde, sus santas reliquias fueron trasladadas a Constantinopla, donde varias iglesias fueron dedicadas a Santa Ia.



REFERENCIAS

La Ortodoxia es la Verdad. (2025). Santa Mártir Ia de Persia (Traslado de Sus Reliquias). Atenas, Grecia: https://laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com

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