conmemorado el 8 de enero.
El Venerable Jorge el Cozebita zurcía harapos para confeccionarse sus propias prendas, y su alimento consistía en las sobras secas de la cocina comunitaria, que él convertía en unos gruesos pasteles.
Según algunos historiadores de la Iglesia, vivió como uno de los monjes que llevara una vida ascética más intensa que cualquier otro monje en la Santa Iglesia, prescindiendo de toda clase de aceites, mantequilla y vino.
El Venerable Jorge el Cozebita, oriundo de Chipre, dejó su villa natal luego de la muerte de sus padres para entrar en un monasterio en Palestina con el consentimiento de su tío, bajo cuyo cuidado había sido encomendado. Aquí, en el altamente estimado Monasterio de Cozeba, ubicado entre Jerusalén y Jericó, el joven contemplativo se maravillaría ante el celo vehemente y la determinación de sus hermanos monjes en abandonar todo tipo de comodidad y placer para la mayor gloria de Dios.
El Venerable Jorge, quien un día llegaría a ser Abad de su propio Monasterio, estableció elevados parámetros de abnegación al tiempo mismo que permanecía en constante vigilia a lo largo de la noche y pasando días enteros sin ningún tipo de alimento.
Sin embargo, a pesar de éstas rigurosas pruebas, en vez de debilitarse o volverse frágil, se hacía más fuerte con el paso de los días. Adicionalmente parecía que su gozo se incrementaba en la proporción en que aumentaba las mortificaciones que él mismo se imponía. Según los Padres de la Iglesia el Venerable Jorge es ejemplo de la gran paradoja que se ha encontrado en muchos Santos Ascetas durante la vida de la Iglesia: mientras más se negaban a sí mismos de entre las cosas y placeres terrenales, más contentos y satisfechos se encontraban éstos abnegados Santos.
San Jorge, hijo de cristianos piadosos, tenía un hermano mayor llamado Heráclides, quién viajó a Tierra Santa e inspiró a su hermano a hacer lo mismo.
Poco tiempo después de la muerte de sus padres el ferviente joven rechazó la sugerencia de su guardián de casarse y en vez de ello dejó Chipre para siempre, dirigiéndose hacia Tierra Santa. Ahí se reunió con su hermano por breve tiempo en la Lavra de Kalamon en Palestina.
Eventualmente Jorge, cuya intención era vivir a fondo la espiritualidad, se encontró a sí mismo viviendo como monje en Cozeba. Humilde y de suave hablar, el sincero monje obedeció cada una de las órdenes que recibió sin ningún tipo de queja; y, como resultado de ello, sufrió grandemente a manos de su severo y duro mentor. En una ocasión cuando los dos se encontraban trabajando como jardineros en los terrenos del Monasterio el monje mayor se tornó tan impaciente que lo hirió golpeándolo en el rostro.
Lo que aconteció inmediatamente fue una escena estremecedora: el brazo del monje mayor se secó completamente, quedando reducido de grotesca manera y enteramente inutilizado. Aterrorizado por ésta muestra de justicia divina el anciano se disculpó repetidamente, rogando por el perdón del Venerable Jorge.
El bondadoso joven perdonó rápidamente a su ajusticiador y, por supuesto, cuando los dos se arrodillaron para orar el brazo dañado recuperó repentinamente su estado original. Para éste humilde monje de Chipre el incidente del brazo reducido fue sólo uno de una serie de milagros acontecidos a lo largo de su prolongada vida de piedad y ascetismo.
En otra ocasión memorable cuando el valeroso monje abrió la puerta principal del Monasterio, se encontró con un enorme león bloqueando su camino. Su reacción fue sorprendente: en vez de temblar temeroso, san Jorge simplemente empujó al félido fuera del paso y siguió su camino.
Aunque la leyenda del hombre que no temía a los leones se propagó rápidamente a través de la región, el humilde san Jorge no veía nada inusual en su comportamiento. Tan grande era su fe que él simplemente asumía que Dios lo protegería del enorme animal; por lo que no se le ocurrió pensar en cosa distinta.
Durante una larga y extraordinaria vida de disciplina, san Jorge vistió harapos en la iglesia, comió las sobras de las mesas del Monasterio y pasó muchas noches tiritando en su celda a causa del frio y el clima lluvioso. También obró más que algunos milagros ─incluyendo uno en el cual un morador del desierto colindante dejó en las puertas del monasterio en una cesta de frutas a un niño difunto. Respondiendo a éste acontecimiento con su característica humildad, san Jorge oró pidiendo a Dios que lo protegiese del falso orgullo en caso de ser capaz de revivir al niño. Luego pidió a Dios que interviniese ─y de ninguna manera se sorprendió cuando el bebé comenzó a llorar fuertemente desde su rústica cuna.
Cuando durmió en el Señor, en una avanzada ancianidad ─inmediatamente después de la invasión de los persas sobre Palestina el año 614─ fue reconocido a lo largo de Tierra Santa como un gran Padre Espiritual de la Santa Iglesia de Cristo. Para el tiempo en que partió a la Casa del Padre, el Venerable Padre Jorge ya había establecido un nuevo estándar sobre la abnegación y la humidad en el servicio al Dios Todopoderoso, habiendo servido diligentemente en el papel de Abad en Cozeba.
La vida del Venerable Jorge el Cozebita nos ilustra una verdad apremiante: la abnegación para la mayor gloria de Dios engendra invariablemente en el asceta un sentimiento de agradecimiento y reverencia, más que el hecho de sentirse limitado. Es tan grande y generoso el amor de Dios que quienes se niegan a sí mismos para alabar a la divinidad prontamente descubren la mayor forma de felicidad que puede alcanzar el ser humano.
Partes de las reliquias del Santo se encuentran en el Monasterio de san Jorge de Cozeba (o Cozebita) en Palestina.
REFERENCIAS
La Ortodoxia es la Verdad. (2024). Venerable Jorge el Chozebita. Atenas, Grecia: https://laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com
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