LA CASA DE CRISTO.
REFLEXIÓN CUARESMAL

Mientras estés en la tierra, considérate un huésped en la casa de Cristo. Si estás a la mesa, es Él quien te honra. Si respiras aire, es Su aire el que respiras. Si te bañas, es en Su agua que te bañas. Si viajas, es por Su tierra por donde viajas. Si acumulas bienes, son Sus bienes los que acumulas. Si los malgastas, son Sus bienes los que malgastas. Si eres poderoso, es porque Él te permite ser fuerte. Si estás en compañía de hombres, tú y los demás sois Sus huéspedes. Si estás en la naturaleza, estás en Su jardín. Si estás solo, Él está presente. Si te pones en camino a algún lugar, Él te ve. Si haces algo, Él lo recuerda. Él es el dueño de casa más considerado que jamás te haya hospedado. Sé considerado, pues, con Él. En una buena casa, el huésped debe comportarse. Todas éstas son palabras sencillas, pero te transmiten una gran verdad. Todos los Santos conocían ésta verdad y regían sus vidas según ella. Por eso el Eterno Dueño de la Casa los recompensó con vida eterna en el cielo y con gloria en la tierra.
Anónimo.