conmemorado el 02 de junio de 2024.
Hoy, Domingo, 02 de junio de 2024, Quinto Domingo de Pascua, la Iglesia de Cristo conmemora la conversación de nuestro Señor y Salvador Jesús Cristo y la mujer samaritana.
En éste día Cristo se confiesa abiertamente a sí mismo como el Mesías (en hebreo, Māšîaḥ), que significa «ungido», o bien, el Cristo (en griego, Xristós); por tal razón, la actual Fiesta se sitúa en la semana de Medio Pentecostés; también porque, el Domingo anterior, Cristo obró un milagro en el Estanque de las Ovejas (es decir, Betesda). En éste día, Él obra un milagro en el pozo de Jacob, que el mismo Jacob cavó y cedió a su hijo José. Éste era un sitio especial, porque allí, en las cercanías del monte Somor, los samaritanos habitaban muchas ciudades.
Cristo vino a Sicar, donde Jacob una vez vivió con su hija Dinah y sus hijos. Siquem, el hijo de Hamor el heveo, codició a Dinah y la ultrajó. Acto seguido, sus hermanos, enardecidos, entraron en su ciudad y mataron a todos, incluyendo a Siquem y a su padre Hamor. Jacob vivió en ese lugar y cavó dicho pozo.
Los hebreos que originalmente vivían en esta montaña no fueron llamados samaritanos, sino israelitas. Durante el reinado del rey Pekah, ofendieron a Dios cayendo en la idolatría y en otras iniquidades. Durante el reinado del rey Oseas, que se convirtió en vasallo de los asirios y les rindió homenaje, éstos vinieron y deportaron a los habitantes de Samaria, junto con sus mujeres y sus niños, a su propio país. Consecuentemente, el rey de los asirios, para que la tierra no permaneciera sin cultivar, envió a hombres de Babilonia y las regiones vecinas a establecerse en el territorio de los israelitas; pero Dios envió leones contra los paganos, y por Su concesión, los leones los devoraron. Al enterarse de esto, el rey de los asirios quería conocer el motivo.
Los israelitas cautivos en Asiria respondieron que era porque los habitantes de éste lugar no conocían los modos del Dios de ese lugar. Por lo tanto, el rey les envió un sacerdote de los judíos para instruirlos en la Ley de Dios. Aceptaron solo los cinco libros de Moisés, rechazando a los profetas y el resto de las Escrituras, y continuaron adorando a sus propios ídolos.
Fueron llamados Samaritanos en honor del Monte Somor. Ellos fueron odiados por los hebreos que regresaron del cautiverio, porque ellos eran sólo semi-judíos; los judíos no comían con ellos, considerándolos dignos de abominación. Por tal razón, a menudo llamaban a Cristo samaritano, debido a que, lo mismo que los samaritanos, supuestamente violó disposiciones de la Ley.
Jesús, entonces, vino a Sicar, y cansado de su viaje, se sentó a la sexta hora del día. Una cierta mujer vino de la ciudad para sacar agua, habiendo ido los discípulos a comprar comida. Jesús pidió agua a la mujer, pero ésta se excusó diciendo: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí” (Jn 4:9), porque ella sabía quién era Él, tanto por Su acento y por su ropa.
Jesús elevó su conversación a un nivel superior al presentar la idea del agua espiritual, que connota abundancia y poder de pureza, ya que el Espíritu siempre se compara con el agua y fuego. La mujer estaba segura, por el hecho de que Él no había traído una jofaina, de que Él no tenía dicha agua, y agregó que el pozo era profundo. Ella luego pasó a hablar sobre su antepasado Jacob, diciendo que había cavado el pozo y que él y sus hijos habían bebido de ella, aprovechando los ricos recursos del pozo, así como su gran utilidad y la frescura de su agua. Cristo, sin embargo, no dijo que era más grande que Jacob, para no asustar a la mujer, pero nuevamente habló sobre el agua, demostrando así su superioridad; porque aquel que bebía de esa agua, dijo, no volvería nunca más a estar sediento.
La mujer pidió de éste agua. “Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá” (Jn 4:16), porque Sus palabras necesitaban ser mejor entendidas. Ella negó que tuviese marido. Jesús, conocedor de todo, dijo: “Bien has dicho: No tengo marido; porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad” (Jn 4:17-18).
Algunos exégetas consideran a los cinco maridos como los cinco libros de Moisés, que los samaritanos aceptaron, y el sexto son las mismas palabras de Cristo, que aún no eran de ella, ya que la gracia todavía no había sido derramada sobre ella. Otros intérpretes suponen que son las cinco leyes dadas por Dios: en el Paraíso, después de la expulsión de Adán y Eva del Paraíso, en el tiempo de Noé, en el tiempo de Abraham, y en el tiempo de Moisés, y el sexto en el Evangelio, que aún no poseía. Hay otros que sostienen que son los cinco sentidos.
La mujer le respondió, llamándolo Profeta y luego preguntó sobre la montaña donde uno debe adorar: ¿debe ser en Somor o en Jerusalén?
Para los samaritanos, siendo imperfectos en su comprensión, no creían que Dios es y existe en todo lugar, sino que moraba solo en el sitio de adoración, es decir, en el monte Gerizim, a causa de las bendiciones dadas por Dios en ese lugar, o porque fue allí donde Abraham estableció por primera vez un altar a Dios.
Los judíos, por otra parte, clamaban que uno debía adorar a Dios solamente en Jerusalén, y por ésta razón judíos de todas partes se reunían allí para las fiestas. Cristo respondió que la salvación del mundo provenía de los judíos, pero que Dios es inmaterial y que aquellos que estuviesen dispuestos a adorarlo lo harían, no con sacrificios, como lo habían hecho hasta ahora, sino en Espíritu y verdad, y de esta manera no solo conocerían a Dios, sino que también lo conocerían en el Espíritu Santo y en el Hijo; porque el Hijo es la Verdad. Le dijo la mujer: “Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas” (Jn 4:25). Jesús respondió: “Yo soy Él, que habla contigo” (Jn 4:26).
Jesús, conociendo la gratitud de la mujer, dijo: “Yo soy Él”. Los samaritanos también sabían del Mesías por los libros de Moisés, especialmente por el versículo: “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará el Señor tu Dios; a él oiréis” (Dt 18:15) ─entre otros. Al final de la conversación, los discípulos regresaron y se admiraron por la condescendencia de Cristo al hablar con una mujer.
Mientras tanto, le rogaban que comiera, tanto por su cansancio acumulado del camino como por el calor del día. Pero les habló acerca de la comida eterna, es decir, de la salvación de la humanidad y cómo necesitaban cosecharse los trabajos de los Profetas.
Cuando la mujer llegó a la ciudad y contó lo sucedido, todos los habitantes se despertaron y fueron a Cristo, convencidos de que la mujer no se habría molestado si no hubiera llegado a saber algo de importancia. Suplicaron a Jesús Cristo que permaneciera con ellos y le propusieron permanecer por dos días. Aceptó, y obró muchos milagros durante Su estancia allí, que, a causa de su cantidad, no se registra por los Evangelistas.
La mujer samaritana fue posteriormente nombrada Fotiní por Cristo, y ella, junto con sus cinco hermanas y dos hijos, recibieron la corona del martirio en el reinado de Nerón, después de pasar numerosas penurias.
REFERENCIAS
La Ortodoxia es la Verdad. (2023). Domingo de la Mujer Samaritana. Atenas, Grecia: https://laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com
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