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SAN ISIDORO DE QUÍOS

conmemorado el 14 de mayo.


San Isidoro era un marinero de la flota real romana en los años del emperador Decio y era originario de Alejandría. Un día, cuando la flota ancló en Quíos, Isidoro y su amigo cristiano Amenio se establecieron en una casa en el campo. Por las noches cuando oraban a Dios, unos brillos y llamas descendían hasta el tejado de su casa desde el cielo.

Entonces, muchos de los sorprendidos vecinos preguntaron, e Isidoro y Amenio explicaron que ésto era de orden divina. Ellos creyeron y fueron bautizados cristianos. El suceso se extendió rápidamente, de modo que el Centurión Juliano hizo saber al Almirante Numerio que Isidoro era cristiano. Numerio no tardó en escuchar al propio Isidoro cuando lo llamó a declarar. Luego lo azotaron fuertemente y le encerraron. En cuanto se enteró lo sucedido, su padre se dirigió a Quíos, angustiado porque su hijo abandonó la tradicional religión pagana de la familia. Cuando arribó a Quíos, le resultó difícil ver a su hijo.

Sin embargo, tan pronto como vio a su padre, Isidoro se emocionó y lo abrazó con mucho cariño y respeto. Lo mismo hizo su padre, pero no tardó en expresar su pena por él. Isidoro dijo que debería estar contento porque vio la luz que Jesucristo ofrece. Su padre le suplicó que volviera a la idolatría, pero Isidoro permaneció inamovible en su fe. Luego, lleno de ira, lo maldijo e instó a Numerio a que lo matasen lo antes posible.

Y así sucedió, san Isidoro sufrió el cruel tormento. Fue azotado, fue arrastrado por un caballo al cual lo ataron y finalmente decapitado. Cumpliéndose así la palabra del Señor, que dice: “el padre entregará a la muerte al hijo” (Mt 10:21). No irán los extranjeros o los desconocidos contra los cristianos luchadores, sino también la gente de su hogar. Y entregará a muerte el padre infiel su hijo fiel.

Los venerables restos los arrojaron a un barranco, para que fuesen devorados por las aves de rapiña. Algunos soldados hacían allí guardia para que no viniesen cristianos a recoger su santo cuerpo. Sin embargo, una cristiana llamada Mirópi (2 de diciembre), quien llegó por la noche, cuando los soldados se habían dormido, recogió con la ayuda de dos sirvientes las santas reliquias y las enterraron.

Al día siguiente, Numerio fue informado de que la reliquia del Mártir había sido hurtada. Supuso que los soldados fueron sobornados con dinero y regalos, consintiendo que los cristianos recogieran el cuerpo del Santo Mártir.

Entonces los encerró, diciendo que los mataría a menos que le dijeran a quién entregaron la reliquia. Mirópi vio que sería injusta la ejecución de los soldados. Por eso se presentó ante Numerio y dijo la verdad. Éste dio la orden de encarcelarla. Después de su martirio, los cristianos enterraron reverentemente los restos de la Virgen Mártir (Parthenomártir) junto al sepulcro donde anteriormente fue sepultado san Isidoro.



REFERENCIAS

La Ortodoxia es la Verdad. (2023). San Isidoro de Quíos.  Atenas, Grecia: https://laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com

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