conmemorado el 23 de mayo.
San Miguel el Confesor anhelaba la vida monástica desde su juventud y fue enviado por el patriarca Tarasio (784-806) a un monasterio en la costa del Mar Negro. Con él, ingresó en el monasterio también san Teofilacto (8 de marzo), futuro obispo de Nicomedia.
En el monasterio, ambos monjes se entregaron a la lucha espiritual y prontamente fueron glorificados recibiendo dones del Señor. Una vez, durante una cosecha, cuando la gente estaba extenuada por la sed, una vacía vasija de metal se llenó de agua por la oración de los monjes.
El patriarca Tarasio consagró a san Miguel como obispo de la ciudad de Sinada. A través de su vida santa y sabiduría, san Miguel ganó el amor de los creyentes y la atención de los emperadores Nicéforo I (802-811) y Miguel I Rangabe (811-813). San Miguel estuvo presente en el Séptimo Concilio Ecuménico de Nicea en 787.
Cuando el hereje iconoclasta León el Armenio (813-820) asumió el trono, comenzó a expulsar a los jerarcas ortodoxos de sus sedes, nombrando herejes en su lugar.
San Miguel defendió la ortodoxia, oponiéndose valientemente a los herejes y denunciando su equívoco. León el armenio llevó a juicio a san Miguel, pero sin temer el tormento, respondió resueltamente: “Venero los santos iconos de mi Salvador Jesús Cristo y la Virgen Purísima, Su Madre y todos los santos, y ante ellos me prosterno. No obedeceré sus decretos para eliminar los íconos de las iglesias”.
León luego desterró a san Miguel a la ciudad de Eudokiada, donde el confesor durmió en el Señor alrededor del año 821. La cabeza de san Miguel se conserva en la Gran Lavra (Monasterio) de San Atanasio en el Monte Athos, y parte de las reliquias están en el monasterio de Ivḗron.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2023). Saint Michael the Confessor, Bishop of Synnada. New York, Estados Unidos: OCA.
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