conmemorado el 30 de agosto.
San Pablo el Joven (en griego, “neós”), chipriota de nacimiento, se convirtió en Patriarca de Constantinopla (780-784) durante el reinado del emperador iconoclasta León IV, llamado el Jázaro (775-780). Era un hombre virtuoso y piadoso, pero tímido. Al ver el martirio que sufrieron los ortodoxos por los santos iconos, el Santo ocultó su ortodoxia y se asoció con los iconoclastas.
Después de la muerte del emperador León, deseó restaurar la veneración de los iconos, pero no pudo lograrlo, ya que los iconoclastas aún eran bastante poderosos. El Santo se percató de que no estaba en su poder guiar al rebaño, por lo que abandonó el trono patriarcal y se dirigió en secreto al monasterio de san Floro, donde aceptó el esquema (o hábito).
Se arrepintió de su silencio y asociación con los iconoclastas y habló de la necesidad de convocar el Séptimo Concilio Ecuménico para condenar la herejía iconoclasta. Siguiendo su consejo, san Tarasio (25 de febrero) fue elegido para el trono patriarcal. En aquella época era un destacado consejero imperial. El Santo murió como monje de esquema en el año 804.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2023). Saint Paul the New, Patriarch of Constantinople. New York, Estados Unidos: OCA.
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