conmemorado el 8 de diciembre.
San Patapio nació en Tebas en el seno de una piadosa familia cristiana. Llegando a la madurez, despreció la vanidad de este mundo, y marchó hacia al desierto de Egipto donde se hizo conocido por su obra ascética. Aunque deseaba vivir en silencio, la gente comenzó a acudir a él en busca de consejo.
A todo peregrino cansado que visitaba su celda, san Patapio lo ofrecía reposo y cobijo, así como instrucción espiritual y aprovechable consejo para la salvación del alma. La reputación del Santo se esparció rápidamente, y cada día muchos acudían a su celda para escuchar de sus labios tan benéficas instrucciones.
Más tarde, fue a Constantinopla, donde tenía una celda junto a la muralla de la ciudad, cerca de la iglesia de Blachernae. Pero incluso aquí, pronto se hizo conocido. Los enfermos empezaron a aglomerarse alrededor de Patapio, y como le había sido concedido el don de curar, ayudaba a todos los necesitados.
Una vez, cierta mujer estaba afligida por la terrible enfermedad del cáncer, y de sus senos asomaban gusanos. No solo sufrió mucho dolor en el pecho, sino también en el cuerpo entero. Padecía un dolor constante que llegaba a su corazón, de tal suerte que estuvo al borde de la muerte. Los médicos no pudieron ayudarla y sintió que estaba desperdiciando su dinero sin obtener alivio. Por lo tanto, ella acudió a san Patapio y se postró a sus pies, rogándole que la sanara. Los gusanos estaban devorando su carne incluso antes de que estuviera en la tumba, causándole tal dolor que anhelaba la muerte.
El Santo respondió: “Si tienes fe en el Señor, y no tienes duda de que serás sanada, que se haga de acuerdo con tu fe”.
Suspirando desde lo más profundo de su alma, dijo: “Creo, oh Señor, que Tú sabes todas las cosas que están ocultas y desconocidas, y que eres todopoderoso. Por lo tanto, ten piedad de mí y sáname”.
Entonces el Santo le pidió a la mujer que lo dejara ver los efectos de su angustia. Cuando vio los estragos de la enfermedad, quedó asombrado y dijo: “Tu aflicción es verdaderamente grande y difícil de curar. Ve en paz, porque no sufrirás más”.
Tan pronto como dijo esto, la mujer fue sanada y se fue a su casa gozosa y glorificando a Dios. Contó este milagro por todas partes y alabó a san Patapio.
Después de una vida adornada de virtudes y prodigios, san Patapio durmió en el Señor y fue sepultado en la iglesia de San Juan Bautista.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2022). Venerable Patapius of Thebes. New York, Estados Unidos: OCA.
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