conmemorada el 16 de octubre.
La Santa Loca por Cristo Domna Karpovna de Tomsk (ru. Томск) nació en una familia noble en el centro de Ucrania a principios del siglo XIX. Habiendo quedado huérfana desde temprana edad, Santa Domna creció en la casa de su tía. Recibió una excelente educación y sabía hablar varios idiomas. Era una joven hermosa y, como era de esperar, no pocos la pretendían, anhelando casarse con ella. Sin embargo, la Justa Domna deseaba preservar su virginidad por amor al Señor. Cuando descubrió que sus parientes querían obligarla a casarse, huyó de la casa en secreto, vestida con ropa sencilla, y partió en peregrinación a los lugares Santos. Al no poseer los documentos que probaran su identidad, fue aprehendida y exiliada a Siberia, donde se estableció en la ciudad de Tomsk. Allí emprendió la obra de la locura por amor a Cristo.
Santa Domna no tenía un hogar permanente y a menudo pasaba sus días y noches al aire libre. Su ropa consistía en varias prendas de diferentes tamaños, que pendían de su cuerpo casi desnudo. De su cuerpo colgaban bolsas de toda clase, llenas de trozos de vidrio, incienso, pan, azúcar, zapatos, cuerdas, piedras y otras cosas. Santa Domna solía contarlas en lugar de los nudos de un cordón de oración, ocultando así su incesante oración a la vista de los demás. Cuando las personas compasivas la daban abrigos durante los duros inviernos, los aceptaba con gratitud, pero unas horas más tarde los obsequiaba a algún otro mendigo, mientras ella seguía sufriendo el frío. Conociendo la ardua estancia de los prisioneros en la comisaría de policía de Tomsk, Domna empezó a caminar entre ellos y a cantar canciones espirituales, por lo que ella misma fue detenida. Al enterarse de ésto, los comerciantes de Tomsk, que veneraban a Domna, la llevaron pasteles, blinis, té y azúcar, que ella repartía entre los afligidos prisioneros.
Recordando las palabras de la Sagrada Escritura: “El justo se compadece de la vida de sus animales” (Pr 12:10, Septuaginta), la Santa también cuidaba de los animales callejeros y de los perros guardianes. A menudo los alimentaba y amaba a los perros, por los que los dueños no se preocupaban y los dejaban sueltos a su antojo. Los animales también amaban a la justa y por la noche una multitud de ellos la rodeaba. Aún entre los animales sin habla Domna Karpovna no se olvidó de Dios. Los habitantes de Tomsk, en medio del aullido de los canes, a menudo escuchaban su oración en la oscuridad: “¡Santísima Madre de Dios, sálvanos!”.
La Bienaventurada rezaba intensa y fervientemente en el templo, pero solo cuando había pocas personas presentes. Un testigo ocular describió su oración: “Una vez miré hacia la capilla lateral de la iglesia, y allí vi a Domna Karpovna, arrodillada y rezando. ¡Oh, cómo rezaba! ¡Y las lágrimas, las lágrimas! Fluían de sus ojos en dos corrientes”. Pero en cuanto notó que alguien la miraba, volvió a comportarse como una loca, yendo de un lado a otro, hablando y apagando velas.
Gracias a su hazaña de locura, Santa Domna conservó su virginidad, soportando voluntariamente la pobreza, padeciendo el calor y el frío y dando muerte a las pasiones pecaminosas. Al final de su vida recibió del Señor el don de la clarividencia, que sirvió para el beneficio espiritual de su prójimo. Entregó su alma a Dios el 16 de octubre del año 1872 y fue enterrada en el convento de San Juan Bautista en Tomsk.
La Iglesia de Rusia glorificó a Santa Domna en el año 1984. También se la conmemora el día 10 de junio, día de la Sinaxis de Todos los Santos de Siberia. Algunas fuentes señalan el 16 de diciembre como el día de su reposo. No lejos del lugar de enterramiento de Santa Domna, se construyó una capilla dedicada a ella.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2024). Saint Domna of Tomsk. New York, Estados Unidos: OCA.
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