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SANTA GRAN MÁRTIR IRENE

conmemorada el 5 de mayo.


La Santa Gran Mártir Irene (en griego, Eiríni) nació en la ciudad de Magedón en Persia durante el siglo IV. Era hija de Licinio, gobernante pagano de cierto pequeño reino, y su esposa Licinia, y al nacer recibió de sus padres el nombre Penélope.

Penélope era muy hermosa y su padre la mantuvo aislada en una torre alta desde los seis años a fin de no exponerla al cristianismo. También dispuso a trece jóvenes doncellas en la torre con ella. Se nombró a un anciano tutor de nombre Apeliano (en griego, Apellianós) para que la diera la mejor educación posible. Apeliano era cristiano y, durante sus lecciones, habló a la niña sobre Cristo Salvador y le enseñó sobre la fe cristiana y las virtudes cristianas.

Cuando Penélope llegó a la adolescencia, sus padres comenzaron a considerar su casamiento. Una noche Penélope tuvo una visión: una paloma entró en la torre con una rama de olivo en el pico, depositándola sobre la mesa. Un águila también voló con una corona de flores y la dejó sobre la mesa. Luego, un cuervo entró volando por otra ventana y dejó caer una serpiente sobre la mesa. Por la mañana, Penélope despertó preguntándose sobre el significado de las cosas que había visto. Las relató a su tutor Apeliano y él le explicó que la paloma simbolizaba su educación superior, y que la rama de olivo representaba la gracia de Dios recibida en el Bautismo. El águila y la rama de olivo indicaban el triunfo en su vida futura. La serpiente, que experimentaría sufrimiento y tristeza.

Al final de la conversación, Apeliano dijo que el Señor deseaba desposarla consigo y que Penélope sufriría grandemente por su Esposo celestial. Tras lo dicho, rechazó el matrimonio, fue bautizada por el sacerdote Timoteo, quien la llamó Irene (paz). Incluso instó a sus propios padres a convertirse en cristianos. Poco después de ser bautizada, destrozó todos los ídolos de su padre.

Como Santa Irene se había consagrado a Cristo, se negó a casarse con ninguno de los pretendientes que su padre la había elegido. Cuando Licinio se enteró de que su hija se negaba a adorar a los dioses paganos, enfureció. Intentó apartarla de Cristo por medio del tormento. La ataron y la arrojaron bajo los cascos de caballos salvajes para que la pisotearan hasta la muerte, pero los caballos permanecieron inmóviles. En lugar de dañar a la Santa, uno de los caballos cargó contra Licinio, alcanzó su mano derecha y la arrancó del brazo. Luego derribó a Licinio y comenzó a pisotearlo hasta matarlo. Ésto causó gran confusión entre la gente de allí, pero Irene los consoló con las palabras de Cristo: “Todo es posible para el que cree” (Mc 9: 23). Y, de hecho, con una fe portentosa, oró, y a través de sus oraciones, Licinio se levantó ileso ante la presencia de muchos testigos con la mano intacta. Luego, Licinio y su esposa se bautizaron como cristianos, junto con casi otros 3000 que se apartaron de la adoración de ídolos “que tienen pies, mas no andan” (Sal 113:15). Licinio abandonó su dominio y vivió en la torre que había construido para su hija. Allí pasó el resto de su vida en arrepentimiento.

Santa Irene vivía en casa de su maestro Apeliano, y comenzó a predicar a Cristo entre los paganos, conduciéndolos al camino de la salvación.

Cuando Sedekias (Yesdegerd), el nuevo prefecto de la ciudad, se enteró de los milagros obrados por la Santa, convocó a Apeliano y lo cuestionó sobre la forma de vida de Irene. Apeliano respondió que Irene, como otros cristianos, vivía en estricta templanza, dedicándose a la oración constante y a la lectura de libros sagrados. Sedekias convocó a la Santa y la instó a que cesara de predicar acerca de Cristo. También intentó obligarla a sacrificar a los ídolos. Santa Irene confesó fielmente su fe ante el prefecto, sin temer su ira, y dispuesta a sufrir por Cristo. Por orden de Sedekias fue arrojada a un pozo lleno de víboras y serpientes. La Santa permaneció diez días en la fosa, resurgiendo ilesa, pues un ángel del Señor la protegió y la brindó alimento. Sedekias atribuyó éste milagro a la hechicería y sometió a Santa Irene a muchas otras torturas, pero ella salió salva. Bajo la influencia de su predicación y milagros, aún más personas se convirtieron a Cristo y se apartaron de la adoración de ídolos inanimados.

Sedekias fue depuesto por su hijo Sapor, quien persiguió a los cristianos con un celo aún mayor que el de su padre. Santa Irene fue a su ciudad natal de Magedón en Persia para encontrarse con Sapor y su ejército y pedirle que pusiera fin a la persecución. Cuando se negó, Santa Irene oró y todo su ejército quedó cegado. Ella oró de nuevo y recobraron la vista una vez más. A pesar de ésto, Sapor se negó a reconocer el poder de Dios. Debido a su insolencia, fue alcanzado y asesinado por un rayo.

Luego de ésto, Santa Irene entró en la ciudad y obro muchos milagros. Regresó a la torre construida por su padre, acompañada por el sacerdote Timoteo. Por medio de su enseñanza, convirtió a cinco mil personas a Cristo.

A continuación, la Santa fue a la ciudad de Callinicus, o Callinicum (posiblemente en el río Éufrates en Siria). El gobernante de ese lugar era el rey Numeriano, hijo de Sebastián. Cuando comenzó a enseñar acerca de Cristo, fue arrestada y torturada por las autoridades paganas. La encerraron dentro de tres bueyes de bronce, uno tras otro, que calentaban hasta arder al rojo vivo. Cuando la Gran Mártir fue colocada dentro del tercer buey, éste comenzó a andar y luego se partió en dos. Santa Irene emergió de él como de los fuegos del infierno. Ésto dio como resultado que miles de almas se convirtieran a la fe de Cristo.

Sintiendo que la muerte se acercaba, Numeriano ordenó a su Eparca Babdono que siguiera torturando a la Santa para conminarla a sacrificar a los ídolos. Una vez más, el tormento fue ineficaz, y muchas personas se volvieron a Cristo.

La Santa Mártir de Cristo luego viajó a la ciudad de Constantina, cuarenta millas al noreste de Edesa. Hacia el año 330, el rey persa Sapor II (309-379) había oído hablar de los grandes milagros de Santa Irene. Para impedir que convirtiera a más personas a Cristo, fue apresada, decapitada y luego enterrada. Sin embargo, Dios envió un ángel para resucitarla, y ella marchó a la ciudad de Mesembria. Después de verla con vida y escucharla predicar, el rey local recibió el Bautismo junto con muchos de sus súbditos.

Deseando convertir más paganos al cristianismo, Santa Irene partió hacia Éfeso, donde enseñó a la gente y obró muchos milagros. El Señor le reveló que se acercaba el final de su vida. Entonces Santa Irene salió de la ciudad acompañada de seis personas, entre ellas su antiguo maestro Apeliano. En las afueras del pueblo, encontró un nuevo sepulcro en el que nunca nadie había sido enterrado. Después de hacer la Señal de la Cruz, entró y ordenó a sus compañeros que sellaran la entrada a la cueva con una piedra grande, lo cual hicieron. También les dijo que nadie moviera la piedra hasta que hubieran pasado cuatro días.

Apeliano regresó después de solo dos días y descubrió que la piedra había sido removida y el sepulcro estaba vacío. Hay relatos contradictorios sobre el traslado de sus reliquias sagradas a Constantinopla y otros lugares, incluidos Patras, Samos y Patmos. Según los martirologios occidentales, Santa Irene fue martirizada en Tesalónica después de ser arrojada al fuego, mientras que según el Menologio del emperador Basilio II, Santa Irene completó su lucha como Mártir al ser decapitada.

Santa Irene llevó a miles de personas a Cristo a través de su predicación y su ejemplo. La Iglesia continúa honrando su memoria y buscando su intercesión celestial. La invocan aquellos que desean un matrimonio pronto y dichoso. En Grecia, es la Santa Patrona de los policías. Santa Irene es también una de las doce vírgenes mártires que se aparecieron a san Serafín de Sarov (2 de enero) y a la monja Eupraxia del Monasterio Diveyevo en la fiesta de la Anunciación en 1831. Los fragmentos de las Santas Reliquias de Santa Irene se encuentran en el Monasterio de Kykkos en Chipre y en la iglesia griega de San Jorge en Venecia.

Por sus santas oraciones, oh Señor, ten piedad de nosotros y sálvanos. Amén.



REFERENCIAS

Orthodox Church in America. (2023). Great Martyr Irene. New York, Estados Unidos: OCA.

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