SANTA VIRGEN MÁRTIR ELENA DE SINOPE
- monasteriodelasant6
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conmemorada el 1° de noviembre.

Santa Elena, la Virgen Mártir (gr. Αγία Ελένη η Παρθενομάρτυς), vivió durante el siglo XVIII en Sinope (gr. Σινώπη), Ponto (en Asia Menor). Pertenecía a la piadosa familia Bekiaris y sus padres la criaron en el temor de Dios. Su tío paterno influyó especialmente en su educación, pues en aquel tiempo impartía clases en la escuela griega clandestina de Sinope. Bajo el yugo turco, era necesario impartir lecciones de fe ortodoxa, lengua griega e historia en sitio ocultos, a menudo de noche. Los gobernantes musulmanes no prohibían éstas escuelas, pero sí las desalentaban. Los edificios escolares podían ser confiscados y los alumnos sufrían acoso con frecuencia. En circunstancias tales, era preferible recurrir a escuelas clandestinas para evitar la persecución.
Así, Santa Elena cumplió quince años de edad, agraciada con hermosura. Era conocida por su obediencia a sus padres y por su ferviente amor a Cristo. Un día, su madre la mandó a comprar hilo a una tienda en Kryonas. Elena tuvo que pasar por la casa del pashá Oukouzoglou, el gobernador de Sinope, quien la vio por casualidad desde su ventana. Su belleza encendió su alma degenerada, y ordenó que la trajeran ante él. Al descubrir quién era, intentó profanarla, mas una fuerza invisible se lo impidió. Elena oró en silencio a Dios, y Él la protegió.
El abominable hombre ordenó a sus soldados que encerraran a Elena en su casa, pero la Santa logró escapar y volver con su familia. Al descubrir su ausencia, el pashá se enfureció y amenazó a todos. Convocó a los ancianos de la comunidad de Sinope y les dijo que, si no le traían a Elena, ordenaría una matanza general de cristianos.
Los ancianos fueron a la escuela griega para tratar el asunto. Convencieron al padre de Elena de que debía sacrificar a su hija para evitar la masacre. Lloró, pero se vio obligado a aceptar ésta decisión y así llevó a Elena ante el pashá, quien la recibió con indescriptible alegría, mas, cuando intentó satisfacer sus lascivos deseos, una vez más un poder invisible lo impidió. Durante su calvario, Santa Elena oró a Dios, recitando en silencio los Seis Salmos que había aprendido en la escuela de su tío.
Al día siguiente, el pashá renovó sus esfuerzos, pero una vez más se vio impedido de llevar a cabo su vil cometido. Airado, hizo arrojar a Elena a las horribles y húmedas prisiones de Sinope. Al día siguiente, fue a la prisión e intentó de nuevo satisfacer su pasión insaciable, pero una vez más Cristo protegió a Su Santa Virgen. Entonces, el pashá ordenó que Elena fuera atormentada y ejecutada. Su cuerpo fue cosido a un saco y arrojado al mar. El saco, sin embargo, no se hundió, sino que flotó sobre las aguas mientras una luz celestial iluminaba sus santas reliquias. Los turcos, aterrorizados, comenzaron a gritar: “¡Se está quemando! ¡Se está quemando!”.
El saco flotó hasta un sitio llamado Gaei, donde, debido a la profundidad del agua, el mar parece negro. Allí se hundió. Unos días después, un barco griego ancló cerca de Gaei. El vigía nocturno vio una luz que provenía del fondo del mar. Creyendo que se trataba de un arcón de oro, informó al capitán. Enviaron buzos para hacerse del tesoro, mas en vez de oro perecedero, descubrieron las reliquias de la Santa Virgen Mártir Elena.
Cuando los turcos torturaron a la Santa, hundieron dos clavos en su cabeza y luego la decapitaron. Al abrir el saco, encontraron un clavo que sobresalía de su cabeza y el orificio que había dejado el segundo clavo. El capitán llevó las reliquias de Santa Elena a Rusia y, en secreto, trasladó su cabeza a la iglesia de la Theotokos en Sinope. El cráneo de la Virgen Mártir Elena ha obrado muchos milagros en Sinope, especialmente para quienes sufren de dolores de cabeza. En el sitio donde se hundió el saco en el océano brotó agua dulce como una fuente de agua bendita (translit. agiasmos). Desde entonces, el lugar se conoce como Agiasmata.
Durante el intercambio de poblaciones entre Grecia y Turquía en el año 1924, el presidente Christos Kapharopoulos llevó el cráneo sagrado de Santa Elena a Tesalónica. Hoy, el cráneo, que emana una fragancia agradable y obra milagros, descansa en la iglesia de la Santa Gran Mártir Marina en Ano Toumba. Las reliquias de los Santos Anárgiros Cosme y Damián de Asia también descansan en dicha iglesia, y su memoria se celebra junto con la de la Santa Virgen Mártir Elena el 1° de noviembre.
Una Liturgia en honor de Santa Elena fue compuesta por el erudito monje Gerásimos del Pequeño Monasterio de Santa Ana en el Monte Athos, himnógrafo de la Gran Iglesia de Constantinopla. El cráneo de la Santa Virgen Mártir continúa emanando una fragancia y obrando milagros hasta el día de hoy.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2025). Virgin Martyr Helen of Sinope. New York, Estados Unidos: OCA.





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