conmemorado el 26 de octubre.
El Santo, Glorioso y Gran Mártir Demetrio, el derramador de mirra de Tesalónica, era hijo de un procónsul romano en Tesalónica. Habían transcurrido tres siglos y el paganismo romano, espiritualmente destrozado y derrotado por el sinnúmero de mártires y confesores del Salvador, intensificaba sus persecuciones. Los padres de san Demetrio eran cristianos secretamente; él recibió el Santo Bautismo y fue criado en la fe cristiana en una iglesia secreta en la casa de su padre.
Cuando Demetrio alcanzó la madurez y su padre reposó, el emperador Galerio Maximiano había ascendido al trono (305). Maximiano, confiado en la educación de Demetrio, así como en sus habilidades administrativas y militares, lo nombró para el puesto de su padre como procónsul del distrito de Tesalónica. Los deberes principales del joven comandante eran defender la ciudad de los bárbaros y erradicar el cristianismo. La política del Emperador con respecto a los cristianos fue expresada sumariamente: “Asesinar a cualquiera que invoque el nombre de Cristo”. El Emperador no sospechaba que al nombrar a Demetrio lo había brindado la oportunidad de llevar a muchas personas a Cristo.
Aceptando el nombramiento, Demetrio regresó a Tesalónica y confesó y glorificó a nuestro Señor Jesucristo. En lugar de perseguir y ejecutar a los cristianos, comenzó a enseñar la fe cristiana abiertamente a los habitantes de la ciudad y a derrocar las costumbres paganas y la adoración de ídolos. El compilador de su Vida, san Simeón Metafraste (9 de noviembre), dice que por su ahínco docente se hizo “un segundo apóstol Pablo” para Tesalónica, sobre todo desde que “el Apóstol de los gentiles” fundó la primera comunidad de creyentes en la ciudad (1 Tes y 2 Tes).
El Señor también destinó a san Demetrio a seguir al Santo Apóstol Pablo en el camino del martirio. Cuando Maximiano supo que el procónsul recién nombrado era cristiano y que había convertido a muchos súbditos romanos al cristianismo, la ira del emperador no conoció límites. Al regresar de una campaña en la zona del Mar Negro, el Emperador decidió conducir su ejército a través de Tesalónica, determinado a masacrar a los cristianos.
Al enterarse de esto, san Demetrio ordenó a su fiel servidor Lupo que donara su riqueza a los pobres diciendo: “Distribuye mis riquezas terrenales entre ellos, porque buscaremos las riquezas celestiales para nosotros”. Comenzó a orar y ayunar, preparándose para el martirio.
Cuando el Emperador arribó a la ciudad, convocó a Demetrio, quien valientemente se confesó cristiano y denunció la falsedad y futilidad del politeísmo romano. Maximiano ordenó que Demetrio fuera encarcelado. Se le apareció un Ángel, consolándolo y animándolo.
Entretanto, el Emperador se entretenía organizando juegos en el circo. Su campeón fue un alemán de nombre Lyaeos. Retó a los cristianos a luchar con él en una plataforma construida sobre las lanzas vueltas hacia arriba de los soldados victoriosos. Un valeroso cristiano de nombre Néstor acudió a la celda de san Demetrio, su instructor en la Fe, pidiéndole su bendición para combatir al bárbaro. Con la bendición y las oraciones de san Demetrio, Néstor derrotó al feroz alemán y lo arrojó desde la plataforma sobre las lanzas de los soldados, tal como lo habría hecho el pagano asesino con el cristiano. El enfurecido comandante ordenó la ejecución del santo mártir Néstor (27 de octubre) y envió un guardia a la prisión para asesinar a san Demetrio. En la madrugada del 26 de octubre, 306 soldados se congregaron en la prisión subterránea del Santo y lo atravesaron con lanzas. Su fiel servidor, san Lupo, recogió la túnica empapada en sangre de San Demetrio, tomó el anillo imperial de su dedo, símbolo de su alto estatus, y lo sumergió en la sangre derramada. Con el anillo y otras cosas sagradas santificadas con la sangre de san Demetrio, san Lupo comenzó a curar a los enfermos. El Emperador ordenó a sus soldados que lo arrestaran y lo asesinaran.
El cuerpo del Santo Gran Mártir Demetrio fue arrojado para ser devorado por los animales salvajes, pero los cristianos lo tomaron y lo enterraron en secreto en la tierra.
Durante el reinado de san Constantino (306-337), se construyó una iglesia sobre la tumba de san Demetrio. Cien años después, durante la construcción de una majestuosa iglesia nueva en el antiguo lugar, se descubrieron las reliquias incorruptas del santo mártir. Desde el siglo VII se ha percibido un milagroso derramamiento de fragante mirra bajo la cripta del Santo Gran Mártir Demetrio, razón por la cual se lo nombra “el derramador de mirra”.
Los veneradores del santo taumaturgo intentaron llevar, no pocas veces, sus santas reliquias, o parte de ellas, a Constantinopla. Invariablemente, san Demetrio dejó en claro que no permitiría que nadie se llevara ni siquiera una parte de sus reliquias.
Es interesante notar que entre los bárbaros que amenazaron a los romanos, los eslavos ocuparon un sitio significativo, en particular los que se asentaron en la península de Tesalónica. Algunos incluso creen que los padres de san Demetrio eran descendientes de eslavos. Mientras avanzaban hacia la ciudad, los eslavos paganos fueron rechazados repetidamente por la aparición de un amenazante joven radiante, dando vueltas sobre las murallas e inspirando terror en los soldados enemigos. Quizá por eso el nombre de san Demetrio fue particularmente venerado entre las naciones eslavas tras ser iluminadas por el Evangelio. No obstante, los griegos descartan la idea de que san Demetrio fuera un santo eslavo.
Las primeras páginas de la Crónica Primaria Rusa, como lo predestinó Dios, están vinculadas con el nombre del Santo Gran Mártir Demetrio de Tesalónica. La Crónica relata que cuando Oleg el Sabio amenazó a los griegos en Constantinopla (907), los griegos se aterrorizaron y dijeron: “Este no es Oleg, sino San Demetrio enviado por Dios”. Los soldados rusos siempre creyeron que estaban bajo la protección especial del Santo Gran Mártir Demetrio. Además, en los antiguos cuarteles rusos, el Gran Mártir Demetrio siempre fue representado como ruso. Así, esta imagen entró en el alma de la nación rusa.
La veneración eclesiástica del santo Gran Mártir Demetrio en Rusia comenzó poco después del Bautismo de Rus. Hacia principios de la década de 1070 se fundó el monasterio Dimitriev en Kiev, conocido después como el monasterio Mikhailov-Zlatoverkh. El monasterio fue construido por el hijo de Yaroslav el Sabio, el Gran Príncipe Izyaslav, nombrado Demetrio en el Bautismo (+ 1078). El ícono de mosaico de san Demetrio de Tesalónica de la catedral del monasterio Dimitriev se ha conservado hasta el día de hoy y se encuentra en la Galería Tretiakov.
En los años 1194-1197, el Gran Príncipe de Vladimir, Vsevolod III el Gran Nido (nombrado Demetrio en el Bautismo) “construyó en su corte una hermosa iglesia en honor del Santo Gran Mártir Demetrio, y la adornó maravillosamente con íconos y frescos”. La catedral de Dimitriev también revela el embellecimiento del antiguo Vladimir. El milagroso icono de san Demetrio de Tesalónica en el iconostasio de la catedral se encuentra ahora en Moscú, en la galería Tretiakov. Fue pintado en un trozo de madera de la tumba del Santo Gran Mártir Demetrio, traído de Tesalónica a Vladimir en 1197.
Una de las representaciones más preciosas del santo, un fresco en una columna de la catedral de la Dormición de Vladimir, fue pintado por el santo iconógrafo Andreí Rublev (4 de julio).
La familia de san Alejandro Nevski (23 de noviembre) también veneraba a san Demetrio. San Alejandro nombró a su hijo mayor en honor del Santo Gran Mártir. Su hijo menor, el Príncipe Daniel de Moscú (4 de marzo), construyó una iglesia dedicada al Santo Gran Mártir Demetrio en la década de 1280. Esta fue la primera iglesia de piedra en el Kremlin de Moscú. Más tarde, en 1326, bajo el poder de Iván I Danílovich Kalitá, fue derribada y se construyó la catedral de la Dormición en su lugar.
La memoria de san Demetrio de Tesalónica está históricamente asociada en la Rus con el militarismo, el patriotismo y la defensa del país. Esto se pone de realce por la representación del santo en los iconos como un soldado con armadura emplumada, con una lanza y una espada en la mano. Hay un pergamino (en representaciones posteriores) en el que está escrita la oración de san Demetrio por la salvación del pueblo de Tesalónica: “Señor, no permitas que la ciudad o el pueblo perezcan. Si salvas a la ciudad y al pueblo, yo seré salvo con ellos. si ellos perecen, yo pereceré con ellos”.
En la particular experiencia espiritual de la Iglesia rusa, la veneración del Santo Gran Mártir Demetrio de Tesalónica está íntimamente ligada al recuerdo de la defensa de la nación y de la Iglesia por el Gran Príncipe de Moscú, Demetrio Donskói (o, del Don) (19 de mayo). La obra “Un Recuento Acerca de la Vida y Reposo del Gran Príncipe Demetrio Donskói, Zar de Rusia”, escrito en el año 1393, considera al Gran Príncipe ya como un santo, como lo hacen otras antiguas historias rusas. El Gran Príncipe Demetrio fue hijo espiritual y discípulo de san Alexis, Metropolitano de Moscú (12 de febrero), y discípulo y asociado de otras grandes figuras de oración en la Tierra Rusa: san Sergio de Radonezh (25 de septiembre), Demetrio de Priluki (11 de febrero), san Teodoro de Rostov (28 de noviembre). El recuento dice:
Él [el Gran Príncipe Demetrio] se preocupó mucho por las iglesias de Dios, y con su valentía sostuvo el territorio de la tierra rusa: venció a muchos enemigos que se habían levantado contra nosotros, y protegió su gloriosa ciudad de Moscú con maravillosos muros. La tierra de Rusia prosperó durante los años de su reinado.
Desde la época de la construcción del Kremlin de paredes blancas (1366) por el Gran Príncipe Demetrio, Moscú fue llamada “Piedra Blanca”.
Por las oraciones de su patrón celestial, el santo guerrero Demetrio de Tesalónica, el Gran Príncipe Demetrio, más allá de sus brillantes victorias militares, ganó también una notoria prominencia en Rusia. Repelió la embestida de los ejércitos lituanos de Olgerd, derrotó al ejército tártaro de Begich en el río Vozha (1378) y aplastó el poderío militar de toda la Horda Dorada en la Batalla del Campo Kulikovo el 8 de septiembre de 1380 (el Fiesta de la Natividad de la Santísima Theotokos), situada entre los ríos Don y Nepryadva. La Batalla de Kulikovo, por la que la nación lo llama Demetrio Donskói, se convirtió en la primera hazaña nacional rusa, reuniendo el poder espiritual de la nación rusa en torno a Moscú. La “Zadonschina”, un inspirador poema histórico escrito por el sacerdote Sophronios de Ryazem (1381) está dedicado a este evento.
El príncipe Demetrio Donskói guardaba una gran reverencia por el Santo Gran Mártir Demetrio. En 1380, en vísperas de la Batalla de Kulikovo, transfirió solemnemente de Vladimir a Moscú el objeto más sagrado de la catedral de Vladimir Dimitriev: el ícono del Gran Mártir Demetrio de Tesalónica, pintado en un tablero de la tumba del santo. En la Catedral de la Dormición de Moscú se construyó una capilla dedicada al Gran Mártir Demetrio.
El sábado conmemorativo de San Demetrio se estableció para el recuerdo de toda la iglesia de los soldados que cayeron en la batalla de Kulikovo. Este servicio conmemorativo se celebró por primera vez en el monasterio Trinidad-San Sergio el 20 de octubre de 1380 por San Sergio de Radonezh, en presencia del Gran Príncipe Demetrio Donskói. Es una conmemoración anual de los héroes de la Batalla de Kulikovo, entre los que se encuentran los monjes Schema Alexander (Peresvet) y Andrew (Oslyab).
San Demetrio es considerado como un protector de los jóvenes, y también es invocado por aquellos que luchan contra las tentaciones lujuriosas.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2022). Holy, Glorious Demetrios the Myrrh-gusher of Thessaloniki. New York, Estados Unidos: OCA.
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