conmemorados el 31 de enero.
San Ciro fue un médico destacado de la ciudad de Alejandría, donde nació y creció. Era cristiano y trataba gratuitamente a los enfermos, no sólo curando sus enfermedades corporales, sino sanando, asimismo, sus enfermedades espirituales. Él diría: “Quien quiera evitar estar enfermo debe abstenerse de pecar, porque el pecado es a menudo la causa de la enfermedad corporal”. Predicando el Evangelio, el santo médico convirtió a numerosos paganos a Cristo. Durante la persecución de Diocleciano (284-305), san Ciro se retiró a Arabia, donde se hizo monje. No cesó de sanar a la gente con su oración, habiendo recibido de Dios el carisma de sanar cualesquiera enfermedades con sólo realizar la señal de la Cruz.
En aquel tiempo, en la ciudad de Edesa vivía el soldado Juan, un cristiano piadoso. Cuando la persecución comenzó, marchó hacia Jerusalén, donde escuchó sobre los milagros que san Ciro obraba. Empezó a buscarlo, peregrinando primero a Alejandría y luego a Arabia. Cuando san Juan finalmente encontró a san Ciro, permaneció con él y se convirtió en su fiel seguidor.
Se enteraron del arresto de la cristiana Anastasia y sus tres pequeñas hijas. Teoktista, de quince años; Teodota, de trece años; y Eudoxia, de once. Prestos, los santos Ciro y Juan se dirigieron a la prisión para socorrerlas. Les preocupaba que, ante la tortura, las mujeres pudieran renunciar a Cristo.
Los santos Ciro y Juan les infundieron valor para soportar lo que les esperaba. Al enterarse de ésto, el gobernante de la ciudad arrestó a los santos Ciro y Juan, y al ser testigo de su inamovible y valerosa confesión de fe en Cristo, llevó a Anastasia y a sus hijas para que fueran testigos de su tormento. El tirano no se abstuvo de ninguna forma de tortura contra los Santos Mártires. Las mujeres no se atemorizaron por los sufrimientos de los santos Ciro y Juan, sino que perseveraron valientemente en la fe. Fueron azotadas y luego decapitadas, recibiendo la corona del martirio.
En el mismo sitio ejecutaron a los Santos Anárgiros Ciro y Juan. Los cristianos enterraron sus cuerpos en la iglesia del Santo Evangelista Marcos. En el siglo V, las reliquias de los santos Ciro y Juan fueron trasladadas de Canopis a Manuphin. Más tarde, sus reliquias fueron trasladadas a Roma, y de allí a Munchen (Munich).
Los Santos Taumaturgos Ciro y Juan son invocados por quienes tienen dificultad para conciliar el sueño.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2023). Holy Wonderworkers and Unmercenaries Cyrus and John, and those with them. New York, Estados Unidos: OCA.
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