SÁBADO DE LAS ALMAS
- monasteriodelasant6
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conmemorado el séptimo sábado de pascua.

Hoy, sábado, 07 de junio de 2025, séptimo sábado de la Pascua de 2025, la Iglesia Ortodoxa conmemora a aquellos que han dormido en el Señor, así como el terrible Día del Juicio Final. Que Cristo, nuestro Dios, tenga misericordia de ellos y de nosotros.
El Sábado de la Almas es un tipo de Fiesta que tiene como base la Pascua, celebrándose cada año 57 días antes y 48 días después de la misma. La primera se realiza el sábado anterior al Domingo del comienzo de ayuno de carnes (gr. απὀκρεο), que es el tercer Domingo del Triodio. El segundo se realiza el sábado anterior al Domingo de Pentecostés, es decir, en éste día. Se llama “Sábado de las Almas” (gr. Ψυχοσάββατο, [Psijosábato], Sábado (gr. σάββατον, y éste del hebreo השבת יום ‘día de reposo’, que deriva del verbo “shâbath”, ‘cesar (de trabajar): descansar de las almas). Suele ser traducido al español como Sábado de o por los Difuntos.
La razón establecida por la Iglesia, a pesar de que todos los sábados están dedicados a los difuntos, es la que sigue.
Debido a que muchos, cada cierto tiempo, morían jóvenes en un país extranjero, o en el mar, o en las montañas y los precipicios, o algunos debido a la pobreza, no tuvieron la oportunidad de recibir el funeral apropiado con sus correspondientes oraciones, los Padres establecieron que se diesen limosas y se celebrase por ellos la Divina Liturgia pidiendo a Dios por el perdón de los pecados de aquellos que ya no pueden rogar por sí mismos tal y como nos lo dice san Dionisio Areopagita, recibiendo y transmitiendo la tradición de los Apóstoles Bienaventurados.
De que todos los difuntos reciben el beneficio infinito de la oración tenemos constancia por diversas fuentes, pero sobre todo por un hecho ocurrido en vida de san Macario de Egipto que tenía costumbre de orar por todos los difuntos. Pedía a Dios que le revelase si producía algún fruto su oración. Así se ha recogido el dicho relato:
Marchando en cierta ocasión por el desierto, encontré el cráneo de un muerto, que yacía en el suelo. Cuando lo toqué con el bastón de palma, el cráneo me habló. Le digo: “¿Quién eres tú?”. Me respondió el cráneo: “Yo era un sacerdote de los ídolos y de los paganos que vivían en éste lugar; tú eres Macario, el pneumatóforo. Cuando te apiadas de los que están en el tormento, y oras por ellos, sienten un poco de alivio”. El anciano le preguntó: “¿Cuál es el alivio y cuál es el tormento?”. Le respondió: “Cuanto dista el cielo de la tierra, tanto hay de fuego bajo nuestros pies; estamos en medio del fuego, de la cabeza a los pies. No se puede ver a nadie cara a cara, sino que el rostro de cada uno está pegado a la nuca del otro. Cuando oras por nosotros, cada uno puede ver un poco del rostro del otro. Éste es el alivio”. Llorando, dijo el anciano: “¡Ay del día en que nació el hombre!”. El anciano le preguntó: “¿Hay un castigo peor aún?”. El cráneo le respondió: “La pena mayor está debajo nuestro”. El anciano le preguntó: “¿Quiénes están allí?”. Dijo el cráneo: “Nosotros, puesto que desconocíamos a Dios, recibimos alguna misericordia, ¡pero los que conocían a Dios y lo negaron, están debajo nuestro!”. El anciano tomó la calavera y la enterró.
De ésta manera, la oración unifica (reúne) nuestro mundo con el otro mundo, en el que se encuentran los Ángeles, los Santos y nuestros parientes y amigos que han partido. Desde el momento de la Resurrección de Jesucristo la muerte perdió su anterior significado nefasto, pero comenzó siendo el principio de una nueva vida.
La emperatriz Teodora, por las oraciones de muchos Padres y Confesores, libró del infierno al impío Teófilo. San Gregorio el Teólogo, en su oración fúnebre por su hermano Cesáreo afirmó que las suplicas por los difuntos son en gran manera beneficiosas para ellos. San Juan Crisóstomo dice: “Vamos a darles a los difuntos toda la ayuda que podamos: limosnas y ofrendas en la Iglesia en su nombre, porque ésto les proporciona grandes beneficios. De hecho, éstas prácticas se han transmitido a la Santa Iglesia de Dios por los Muy Elogiados Apóstoles y el sacerdote ha de recordar a los que han muerto en los Divinos Misterios”.
Se designan dos Epístolas (Hechos 28:1-31, 1 Tes. 4:13-17) y dos Evangelios (Juan 21:14-25, Juan 5:24-30) para ser leídos en la Divina Liturgia. Las lecturas de los Hechos y del Evangelio de san Juan, que comenzaron en Pascua, llegan ahora a su fin. El libro de los Hechos no termina, como cabría esperar, con la muerte de los Santos Pedro y Pablo, sino que permanece indefinido.
En su artículo «Con todos los Santos», san Justin Popović afirma que las Vidas de los Santos son nada menos que una «continuación de los Hechos de los Apóstoles». Así como el libro de los Hechos describe las obras de Cristo que los Apóstoles realizaron por medio de Cristo, quien moraba en ellos y obraba a través de ellos, los Santos también predican el mismo Evangelio, viven la misma vida, manifiestan la misma justicia, amor y poder desde lo Alto. Al prepararnos para el Domingo de Todos los Santos, recordamos que cada uno de nosotros está llamado a una vida de santidad.
Así mismo, en éste séptimo sábado de Pascua, se ha designado la lectura de la «Homilía Sobre la Paciencia y la Gratitud» de san Juan Crisóstomo. También se prescribe su lectura en el funeral de un cristiano ortodoxo.
REFERENCIAS
La Ortodoxia es la Verdad. (2025). Sábado de los Difuntos. Atenas, Grecia: https://laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com
Orthodox Church in America. (2025). Memorial Saturday. New York, Estados Unidos: OCA.
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