conmemorado el 27 de febrero.
El Venerable Procopio (Prokópios) vivió en el siglo VIII en la región de Decápolis, al Este del mar de Galilea. Abandonando la vanidad de éste mundo, Procopio fue tonsurado en cierto monasterio, donde combatió por su salvación, dedicándose a una vida de oración y ayuno. A medida que creció en experiencia en obras ascéticas, fue adornado con virtud y pureza de alma, de modo que otros ascetas comenzaron a poner su mirada en él. En aquel tiempo, entretanto, apareció la herejía de la iconoclasia. Procopio se hallaba angustiado por las políticas del impío emperador León III el Isaurio, que estimara a los santos iconos como ídolos y como idólatras a quienes los veneraban.
El justo Procopio, junto con otros defensores de la ortodoxia, luchó contra la infame herejía de los iconoclastas. Refutó su insensatez y triunfó declarando que los cristianos ortodoxos no adoramos iconos, los veneramos, y que la veneración honra al prototipo original. Ésto provocó la ira y el disgusto del emperador. Por orden suya, san Procopio fue aprehendido y sometido a crueles tormentos: lo azotaron, lo vapulearon, lo rastrillaron con garras de hierro y luego lo arrojaron a un húmedo calabozo. Allí san Procopio y san Basilio (28 de febrero), su compañero de lucha en la vida monástica, languidecieron hasta el deceso del emperador León, cuando los Santos Confesores fueron liberados.
San Procopio el Decapolita pasó el resto de su vida en paz, guiando a muchos por el camino de la virtud y la salvación. Durmió en el Señor a una avanzada edad, alrededor del año 750.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2024). Venerable Prokopios the Confessor of Decapolis. New York, Estados Unidos: OCA.
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