conmemorada el 8 de enero.
Nuestra Venerable Madre Dominica nació en Cartagena de África y floreció durante el reinado del Emperador Teodosio I el Grande (379-395). Habiendo abrazado la fe cristiana en su juventud, huyó de su tierra natal y tomó un barco hacia Alejandría. Allí se fue a vivir con otras cuatro doncellas paganas. Dominica vivió virtuosamente entre ellas y aprovechó cada oportunidad para instruirlas en el Evangelio. Llenas de admiración por semejante modelo de perfección cristiana, las cuatro doncellas decidieron abandonar sus creencias paganas y abrazar la fe en Cristo. Las cinco jóvenes decidieron ir a Constantinopla para ingresar allí en un monasterio. Tras arribar a Constantinopla en barco, el patriarca Nektarios (11 de octubre), a quien un ángel le había anunciado previamente su llegada, las esperaba con su clero.
Luego bautizó a las cinco doncellas y les dio los siguientes nombres a las compañeras de Dominica: Dorotea, Evantia, Nona y Timotea. El Patriarca las instaló en un monasterio. Como monja, Dominica vivió una estricta vida ascética, y con el tiempo le fue concedido el carisma de realizar milagros. Esto hizo que su fama se extendiera por toda Constantinopla, y el Emperador Teodosio el Grande con la Emperatriz, acompañados por la Corte Imperial, acudieron a ella. Esto hizo que su fama se extendiera aún más, atrayendo a numerosos visitantes al monasterio. Debido a que ya no había paz ni silencio en el monasterio propicio para una vida de oración, Dios llamó a Dominica a un lugar remoto habitado por demonios, que antes era un lugar de ejecuciones, y que todos evitaban.
Ella le solicitó al Patriarca Nektarios que estableciera un monasterio allí, pero el Patriarca no se lo permitió de inmediato; sólo cuando se le confirmó que realmente estaba divinamente inspirada para hacerlo, le concedió su petición. Por lo tanto, llevó esta solicitud al Emperador, quien inmediatamente se encargó de financiar la construcción del monasterio, junto con una capilla dedicada al profeta Zacarías. Una vez finalizada la construcción del monasterio, el Patriarca Nektarios decidió consagrarlo el 26 de enero de 388. Sin embargo, Dominica insistió en que la ceremonia debía llevarse a cabo dos días antes. El Patriarca así lo llevó a efecto, y realizó la inauguración el 24 de enero. También la nombró Abadesa y ordenó a una diaconisa. La predicción de la santa se manifestó dos días después, cuando los arrianos causaron un gran alboroto en la ciudad y derramaron mucha sangre. Ella también predijo más tarde la muerte del Emperador en 395 y las desgracias que subsiguieron.
En su vejez, Dominica cayó enferma y confió su rebaño espiritual a la hermana Dorotea. Después de orar devotamente al Señor para que el monasterio fuese preservado y que Dios protegiese a la ciudad, ella descansó en paz.
Continuó la realización de milagros, tras su reposo, en su sepulcro. Una vez, cuando el monasterio estaba sufriendo un incendio, se vio a Santa Dominica y al Profeta Zacarías alejando las llamas de la iglesia. La pureza moral de la Santa Dominica, unida a su admirable humildad, tuvo tal resonancia en la conciencia de nuestra Iglesia, que fue admitida en la clasificación de los santos.
REFERENCIAS
La Ortodoxia es la Verdad. (2023). Nuestra Venerable Madre Dominica. Atenas, Grecia: https://laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com
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