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VENERABLE JUAN EL MORADOR DE CHOZAS

conmemorado el 15 de enero.


El Venerable Juan, el Morador de Chozas (del griego Καλυβίτης, “kalivita”), era hijo de padres afortunados e ilustres y nació en Constantinopla a principios del siglo V. Recibió una excelente educación y dominaba la retórica y la filosofía a la edad de doce años, complaciéndose en la lectura de literatura espiritual. Al advertir la vanidad de la vida mundana, eligió el camino estrecho y arduo en extremo. Pleno de deseos de entrar en un Monasterio, confió su intención a un monje que pasaba por allí. Juan lo hizo prometer que volvería a buscarlo cuando regresara de su peregrinación a Jerusalén y lo conduciría a su Monasterio.


Pidió a sus padres un Evangelio para poder estudiar las palabras de Cristo. Los padres de Juan contrataron a un calígrafo para que copiara el texto, y el correspondiente volumen fue encuadernado con una cubierta dorada incrustada con gemas. El joven Juan leía el Evangelio constantemente, deleitándose en las palabras de nuestro Señor y Salvador.


El monje cumplió su promesa de volver por Juan y se fueron en secreto a Bitinia. En el Monasterio Akímiton (lit. “Aquellos Que No Duermen”, “Los Insomnes”), recibió la tonsura monástica. El joven monje comenzó con celo sus labores ascéticas, asombrando a los hermanos con su orar incesante, su humilde obediencia, su estricta abstinencia y su perseverancia en el trabajo.


Después de seis años, comenzó a sufrir tentaciones. Recordó a sus padres, cuánto lo amaban y el dolor que les causaba. Se arrepintió de haberlos dejado y se llenó de un ardiente deseo de volver a verlos.


San Juan explicó su situación al Santo Higúmeno Marcelo (29 de diciembre) y pidió ser liberado del Monasterio. Suplicó al Higúmeno su bendición y oraciones para retornar a casa. Se despidió de los hermanos, esperando que con sus oraciones y con la ayuda de Dios pudiera ver a sus padres y vencer las trampas del diablo. Luego el Higúmeno lo bendijo por su viaje.


San Juan regresó a Constantinopla, no para reanudar su antigua vida de lujo, sino vestido como un mendigo y sin ser conocido por nadie. Se instaló en un rincón junto a las puertas de la casa de sus padres. Su padre se dio cuenta del “menesteroso” y comenzó a enviarle comida de su mesa, por amor a Cristo. Juan vivió en una pequeña choza durante tres años, oprimido e insultado por los sirvientes, soportando el frío y las heladas, conversando sin cesar con el Señor y los santos ángeles.


Antes de su muerte, el Señor se apareció al monje en una visión, revelándole que se acercaba el fin de sus dolores y que en tres días sería llevado al Reino de los Cielos. Por tanto, pidió al mayordomo que diera un mensaje a su madre para que viniera a él, porque tenía algo que decirle.


Al principio no deseaba ir, pero tenía curiosidad por saber qué tenía que decirle aquel mendigo. Luego envió otro mensaje, diciendo que moriría en tres días. Juan agradeció la caridad que había recibido y le dijo que Dios la recompensaría por ello. Luego la hizo prometer que lo enterraría bajo su cabaña, vestido con sus harapos. Sólo entonces el Santo le entregó su Evangelio, que llevaba siempre consigo, diciéndole: “Que ésto te consuele en ésta vida y te guíe hasta la otra”. La mujer mostró el Evangelio a su marido, diciéndole que era similar al que le habían dado a su hijo. Se percató de que, en efecto, era el mismo evangelio que habían encargado para Juan. Regresaron a las puertas con la intención de preguntarle al pobre de dónde había sacado el Evangelio y si sabía algo sobre su hijo. Incapaz de contenerse más, admitió que era su hijo. Con lágrimas de alegría lo abrazaron, llorando porque había soportado privaciones durante tanto tiempo a las puertas mismas de la casa de sus padres.


El Santo durmió en el Señor a mediados del siglo V, cuando no había cumplido los veinticinco años. En el sitio de su entierro, sus padres construyeron una iglesia y junto a ella un albergue para extranjeros. Cuando fallecieron, fueron enterrados en la iglesia que habían construido.


En el siglo XII, los cruzados llevaron la cabeza del Santo a Besançon (en Francia), en tanto que otras reliquias del Santo fueron llevadas a Roma.



REFERENCIAS

Orthodox Church in America. (2024). Venerable John Calabytes, the Hut Dweller. New York, Estados Unidos: OCA.

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1 commento


Mi primera lectura del día y gran enseñanza

Gracias 🙂

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