top of page
Foto del escritormonasteriodelasant6

SAN EPIFANIO, OBISPO DE CONSTANCIA Y ARZOBISPO DE CHIPRE

conmemorado el 12 de mayo.


San Epifanio, Arzobispo de Chipre, “última reliquia de la antigua piedad”, como lo llamara san Jerónimo, vivió durante el siglo IV en Fenicia. La emperatriz romana Honoria era su hermana. Era de ascendencia judía y en su juventud recibió una excelente educación. Se convirtió al cristianismo después de ver cómo cierto monje de nombre Luciano donó sus prendas a un pobre. Admirado por la compasión del monje, Epifanio buscó ser instruido en la fe cristiana.

Recibió el Santo Bautismo y se hizo discípulo de san Hilario el Grande (21 de octubre). Al ingresar en el monasterio, progresó en la vida monástica bajo la guía del experimentado anciano Hilario, y se dedicó a copiar libros griegos.

Por su empeño y virtudes ascéticas, a san Epifanio se le concedió el don de obrar milagros. Para eludir la gloria entre los hombres, abandonó el monasterio y se adentró en el desierto de Spanidrion. Los ladrones lo atraparon allí y lo mantuvieron cautivo durante tres meses. Hablando de arrepentimiento, el Santo condujo a uno de los ladrones a la fe en el Dios verdadero. Cuando soltaron al Santo Asceta, el ladrón partió con él. San Epifanio lo llevó a su monasterio y lo bautizó con el nombre de Juan. A partir de ese momento, se convirtió en un fiel discípulo de san Epifanio, y documentó cuidadosamente la vida y milagros de su mentor.

Voz acerca de la virtuosa vida de san Epifanio se extendió mucho más allá del monasterio. El Santo partió por segunda vez al desierto con su discípulo Juan. Aún en el desierto, los discípulos comenzaron a venir a él, por lo que estableció un nuevo monasterio para ellos.

Después de cierto tiempo, san Epifanio peregrinó hacia Jerusalén para venerar sus santos santuarios y luego regresó al monasterio de Spanidrion. La gente de Licia envió al monje Polibio a san Epifanio pidiéndole que tomara el lugar de su finado Archipastor. Previendo tal tentativa, el asceta clarividente partió secretamente al desierto de Pathysian al gran asceta san Hilarión (21 de octubre), bajo cuya guía había adquirido el ascetismo en su juventud.

Los Santos pasaron dos meses en oración, luego Hilario envió a san Epifanio a Salamina. Los obispos se reunieron allí para elegir un nuevo Archipastor para reemplazar a uno que, hace poco, había descansado en el Señor. El Señor le reveló al mayor de ellos, el obispo Papio, que san Epifanio debía ser elegido obispo. Cuando llegó Epifanio, san Papio lo condujo a la iglesia, donde en obediencia a la voluntad de los participantes del Concilio, Epifanio aceptó ser su obispo. San Epifanio fue consagrado obispo de Salamina en el año 367.

San Epifanio ganó renombre por su gran celo por la fe, su amor y caridad hacia los pobres y su sencillez de carácter. Sufrió por las calumnias y la enemistad de algunos de sus clérigos. Debido a la pureza de su vida, a san Epifanio se lo permitió ver la venida del Espíritu Santo sobre los Dones en la Divina Liturgia. Una vez, cuando el Santo estaba celebrando el Santo Misterio, no experimentó semejante visión. Entonces sospechó que ésto se debía al estado espiritual de uno de los clérigos y le dijo en baja voz: “Anda y ve, hijo mío, porque no eres digno de participar en la celebración del Misterio en éste día”.

En éste punto, los escritos de su discípulo Juan se interrumpen, porque enfermó y murió. El registro adicional de la vida de san Epifanio fue continuado por otro de sus discípulos, Polibio (luego obispo de la ciudad de Rinocyreia).

A través de las intrigas de la emperatriz Eudoxia y el patriarca Teófilo de Alejandría, hacia el final de su vida san Epifanio fue convocado a Constantinopla para participar en el Sínodo del Roble, que fue convocado para juzgar al gran santo Juan Crisóstomo (14 de septiembre y 13 de noviembre). Una vez que se percató de que estaba siendo manipulado por los adversarios de san Juan Crisóstomo, san Epifanio abandonó Constantinopla, no deseando participar en un concilio ilegítimo.

Mientras regresaba a casa en un barco, el Santo sintió que se aproximaba la muerte y dio a sus discípulos las instrucciones finales: guardar los mandamientos de Dios y preservar la mente de los pensamientos impuros. Descansó en el Señor dos días después. Los pobladores de Salamina recibieron el cuerpo de su Archipastor con carruajes, y el 12 de mayo de 403 lo enterraron en una nueva iglesia que él mismo había construido.

El Séptimo Concilio Ecuménico nombró a san Epifanio como Padre y Maestro de la Iglesia. En los escritos de san Epifanio, se cuentan el PANARIUM y el ANCHORATUS, refutaciones del arrianismo y otras herejías. En otras de sus obras se encuentran valiosas tradiciones eclesiásticas y directivas para la traducción griega de la Biblia.

En su celo por preservar la pureza de la fe ortodoxa, san Epifanio podía ser imprudente y desprovisto de tacto en ocasiones. A pesar de los impetuosos equívocos que haya cometido, san Epifanio es digno de admiración por su dedicación en la defensa de la ortodoxia contra las falsas enseñanzas. Después de todo, una de las principales responsabilidades del obispo es proteger a su rebaño de aquellos que puedan descarriarlo.

Se lo honra, asimismo, por su profunda espiritualidad y generosidad. Nadie lo superó en su dulzura y caridad para con los necesitados.



REFERENCIAS

Orthodox Church in America. (2023). Saint Epiphanius, Bishop of Cyprus. New York, Estados Unidos: OCA.

1 visualización0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page