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SAN MACARIO EL ROMANO

conmemorado el 23 de octubre.

Un día, tres monjes del Monasterio de San Asclepio en Mesopotamia encontraron la cueva que moraba el Santo Asceta Macario (gr. Makários, “dichoso, bienaventurado”). Sergio, Higinos y Teófilo habían abandonado el Monasterio para andar por el mundo, buscando una señal de Dios que fuera beneficiosa para su salvación. De repente, mientras se acercaban a la cueva, notaron que de ella emanaba una fragancia extraordinaria. Entonces vieron a un anciano que caminaba hacia ellos, cubierto sólo por el cabello y una barba que descendía hasta sus rodillas. Se arrojó al suelo y permaneció allí por varios minutos, hasta que estuvo seguro de que los tres desconocidos no eran realmente demonios. Cuando estuvo seguro de que no estaba experimentando algún tipo de engaño, los invitó a entrar en su cueva. El mayor entre los monjes le pidió que le contara su historia, y así lo hizo.

San Macario les dijo que había nacido en Roma y que era hijo de un rico senador de nombre Juan. Cuando tuvo edad suficiente para casarse, sus padres lo desposaron en contra de su voluntad. Hubo una celebración después de la boda, pero en vez de entrar a la cámara nupcial, huyó a la casa de una viuda piadosa, donde pasó siete días llorando en secreto y suplicando a Dios que lo socorriera. Cuando salió de la casa, Macario se encontró con un anciano bien vestido y de noble apariencia. Éste hombre solicitó a Macario que lo acompañara. Macario lo siguió durante tres años, hasta que un día llegaron a una cueva y el anciano desapareció. Poco después se apareció a Macario en un sueño y le reveló que era el arcángel Rafael, quien había guiado a Tobías en sus viajes. Antes de desaparecer, el Arcángel lo confió a la misericordia de Dios.

Poco después de mudarse a la cueva, Macario vio a una joven muy hermosa parada frente a él, quien dijo que ella también había huido de un matrimonio no deseado en Roma. A pesar de su cautela, san Macario no tuvo suficiente discernimiento para escapar de la trampa del diablo, por lo que permitió que la joven pasara la noche en la cueva. Por primera vez en su vida, fue asaltado por las abrasadoras saetas del deseo carnal y pecó con la muchacha. Súbitamente ella desapareció y el diablo se alegró porque había tentado al asceta a pecar.

En ese momento san Macario se dio cuenta de la gravedad de su caída. Llorando amargamente decidió salir de la cueva y buscar otro sitio donde hacer penitencia. En el camino, el Arcángel Rafael se apareció una vez más ante él y lo instó a regresar. Le dijo que Dios escucharía sus oraciones si permanecía en la cueva. Entonces regresó y sometió su carne a severos ayunos, vigilias y abnegación absoluta durante muchos años, a fin de recobrar la pureza de su alma para poder contemplar a Dios.

Después de haber edificado a los tres hermanos con la historia de sus luchas, san Macario los despidió en paz. Su pecado fue grande, mas también lo fue su arrepentimiento; por tanto, durmió en el Señor en presencia de los Ángeles y de los Santos.

Se desconoce la fecha precisa del reposo del Santo, pero probablemente fue a finales del siglo IV o principios del V.



REFERENCIAS

Orthodox Church in America. (2023). Saint Macarius the Roman, of Mesopotamia. New York, Estados Unidos: OCA.

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