conmemorada el 11 de febrero.
La Santa y Justa Theodora, la Emperatriz Augusta, nació en Ébesa de Paflagonia en el año 815, en el seno de una distinguida familia que había residido durante mucho tiempo en Constantinopla y cuyos miembros habían alcanzado un alto cargo en el servicio público. Fue bendecida con gran hermosura y gran inteligencia, y también había heredado la ferviente piedad y la inquebrantable devoción a la fe ortodoxa de sus padres, especialmente de su madre. Hija de Marino, comandante del ejército bizantino, y de la virtuosa Teoctista, la Santa tenía otras tres hermanas: Sofía, María e Irene, y dos hermanos, Barda y Petroná.
En el año 830, al ser elegida entre las jóvenes hijas de la nobleza para convertirse en la esposa del emperador Theóphilo (830), cumplió fielmente sus deberes como esposa y emperatriz, mientras hacía todo lo que la gentileza y la paciencia podían lograr para mitigar la crueldad de Theóphilo cuando llevó a cabo una persecución contra los iconos sagrados con inaudita ferocidad.
A pesar del ambiente iconoclasta existente, en el cual los confesores de la ortodoxia, las personas más santas de la época, eran acosados, torturados y exiliados hasta los límites más lejanos del Imperio, Theodora seguía honrando los santos iconos y manteniéndolos en secreto en su dormitorio.
Un día, un bufón de la corte la sorprendió cuando estaba besando sus iconos (a los cuales ella llamaba sus pequeñas “muñecas”) y fue a decírselo al emperador, quien la llamó a su presencia con gran ira. Sin embargo, ella hábilmente evitó la acusación del bufón y persistió en ofrecer un apoyo discreto a los confesores de la fe.
Entretanto, su madre Teoctista había abandonado el palacio y partido hacia un Monasterio, el cual ella misma construyó. A pesar de la prohibición de su marido, Theodora a menudo acudía con sus cinco hijos a visitar a su madre al Monasterio. Constituía ésta una crítica abierta y audaz de la política impía de Theóphilo y de la despiadada persecución de los ortodoxos.
Tras doce años de matrimonio, en el 842, Theóphilo fue azotado por Dios con una disentería severa. En su angustia y compasión, al ver a su esposo delirante y atormentado por el dolor, Theodora sacó un icono oculto de la Madre de Dios y lo colocó sobre el rostro del hombre enfermo. Después de una visión aterradora, Theóphilo besó el santo icono y confesó la verdadera fe antes de entregar su alma a Dios.
Dado que el heredero al trono, Miguel III, tenía solo cuatro años, Theodora asumió la regencia. Entonces Santa Theodora se hizo cargo del reinado y del cuidado su hijo menor, Miguel, disponiendo como guardianes a su propio hermano, Bardas, el tío de su padre, quien era maestro de ceremonias, y el prosista Teoctisto (20 de noviembre), de quien aceptó sus sabios consejos.
Tomó en sus manos la restauración inmediata de los iconos sagrados y el retiro de los confesores de la ortodoxia del exilio.
El 11 de marzo del año 843, convocó un Sínodo en el que depuso al patriarca herético Juan VII, autor de tantos males, y elevó a san Metodio el Confesor (14 de junio) al trono patriarcal.
Después de anatematizar a los herejes y confirmar los decretos del Séptimo Sínodo Ecuménico (787), los Santos Padres se reunieron el primer domingo de la Gran Cuaresma (843) con todos los confesores, sacerdotes y monjes que habían arribado de los rincones más lejanos del imperio, llevando sobre sus cuerpos las heridas aún sangrientas de su confesión de la verdadera fe. En una larga procesión que se abría paso por la ciudad, observada por todas las personas, inauguraron la restauración oficial de la veneración de los iconos sagrados. Ésta fiesta se celebra anualmente desde el Primer domingo de la Gran Cuaresma y se ha convertido en el símbolo del triunfo de la Ortodoxia sobre todas las herejías.
Aparte del problema de los iconos, Santa Theodora también se encargó de abordar otros problemas interiores y exteriores, como la evangelización de Moravia y Bulgaria por parte de los misioneros del Imperio Romano, las invasiones de los árabes en Sicilia y en Asia Menor, las revoluciones de los eslavos en el Peloponeso, la secta de los Paulianitas de Asia Menor, las campañas de los árabes en Creta, en Siria y en Egipto, y las complicaciones con el gobernante de los búlgaros Bógori, el cual finalmente admitió la Ortodoxia.
Pese al cuidado que sostuvo por la educación de su hijo Miguel III, éste demostró su ingratitud. Theodora confió en que su hijo se criara con su hermano Bardas, pero éste, un hombre incapaz de una vida moral, que había llegado al poder gracias a Theodora, ejerció una influencia funesta sobre el joven Emperador.
Lo persuadió para que pusiera fin a la regencia a pesar de que aún no era mayor de edad y de obligar a Theodora y sus hijas a retirarse al Monasterio Gastrión (858), a pesar de que el Patriarca Ignatios se negó a hacerles las gestiones.
El asesinato del prosista Teoctisto robusteció al hermano de la Santa, llegando incluso a despreciarla y a amenazarla.
Más tarde, el mismo hijo de la Santa, Miguel, y su hermano Bardas, decretaron su ingreso, junto con sus hijas Ana, Tecla, Anastasia, María y Pulquería, en el Monasterio Gastrión, en la región de Ipsomazíon. Allí, la Santa Theodora se dedicó al ayuno, a la oración, a la ascesis, sumisa a los decretos de la Divina Providencia y a todas las observancias de la vida angelical.
Existe una copia de los Cuatro Evangelios realizada con sus propias manos. El Códice de la Emperatriz Theodora, o Miniatura 565, es un minúsculo manuscrito griego (Tetraevangelion), en pergamino púrpura, fechado paleográficamente en el siglo IX. El códice es una de las dos únicas miniaturas púrpuras conocidas (la Miniatura 1143 es la otra) escrita con tinta dorada. Contiene el texto de los cuatro evangelios en 392 hojas de pergamino púrpura. El texto está escrito en una columna por página, 17 líneas por columna. El manuscrito proviene de la zona del Mar Negro. En 1829 fue llevado a San Petersburgo. El códice ahora se encuentra en la Biblioteca Nacional de Rusia (Gr. 53) en dicha ciudad.
Santa Theodora entregó su alma a Dios el 11 de febrero del año 867. No mucho después de que Constantinopla cayó ante los otomanos en 1453, sus reliquias, que permanecieron incorruptas, fueron llevadas a Kerkyra (Corfú) junto con las de san Espiridón (12 de diciembre). Consagradas en el templo de la Santísima Theotokos de la Cueva o Panayía Spileotísis, fueron preservadas milagrosamente de la destrucción ante el bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial. Es un sitio de peregrinación para los fieles ortodoxos hasta el día de hoy y siguen siendo una fuente inagotable de bendiciones para los fieles hasta el día de hoy.
REFERENCIAS
La Ortodoxia es la Verdad. (2024). Santa Teodora, Emperatriz Bizantina. Atenas, Grecia: https://laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com
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