conmemorado el 17 de enero.
El Santo Emperador Teodosio I, llamado el Grande, nació en España (Hispania) en el año 346. Descendiente de una insigne familia aristócrata, quien desde su infancia mostrara señales de devoción. Se distinguió, sin embargo, en sus años mozos, por su coraje y valentía en las artes marciales y la gobernación. Por eso, cuando el joven emperador de Occidente, Graciano, heredó también la parte Oriental del Imperio, lo puso al lado suyo como colaborador y lo nombró comandante jefe del ejército.
Teodosio contribuyó al máximo en la repulsión de los bárbaros que presionaban de todos lados al vasto imperio. Justamente, pues, Graciano lo coronó Emperador de Oriente en una ciudad, muy significativa por su situación para la administración de la región, de nombre Sirmio y que se encontraba en el centro de la Europa Romana. La coronación tuvo lugar el 16 de enero del año 379.
El Santo Emperador Teodosio, se debe decir, no dejó tras sí sólo una obra política por la cual mereció el título de “Grande”.
Su obra eclesiástica es realmente enorme porque él mismo decidió poner fin al conflicto con el arrianismo, hizo que triunfasen las fórmulas teológicas definitivas de los Padres Capadocios e impuso incondicionalmente la enseñanza del I Concilio de Nicea, constituyendo también el II Concilio en Constantinopla, en el 381, que promulgó la doctrina de la Divinidad del Espíritu Santo.
Las decisiones de los Concilios se aplicaron estrictamente. Las religiones paganas fueron proscritas. El imperio se hizo oficialmente cristiano, y así, la obra de Teodosio, efectivamente, coronó y consolidó la obra de Constantino el Grande.
Teodosio el Grande era el prototipo de soberano, pleno de devoción y justicia, y tenía el don de humildad y de arrepentimiento continuo, más que ningún otro emperador de Bizancio que le siguiera. Sin embargo, como todo hombre tenía un gran defecto. Él lo reconocía y luchaba contra él con el arma de la humildad. Dos acontecimientos en su vida hablan de ello.
Fue en el año 387 cuando decidió castigar severamente, con pena de muerte, a los habitantes de la gran ciudad de Antioquía. Los antioquenos se habían levantado y habían derribado todas las estatuas erigidas en honor del emperador y de su esposa Elia Fraccilla. La propia emperatriz y el Patriarca de la ciudad Flaviano, ayudados por los monjes de la región, imploraron al emperador que tuviese compasión y los perdonase. Teodosio, haciendo mérito a su nombre cristiano, cambió de parecer y perdonó a los culpables.
El otro incidente fue mucho más grave. En el año 390, cuando Teodosio se hizo emperador de Occidente y estableció su Corte en Mediolanum (hoy Milán en Italia), castigó de una manera muy severa un levantamiento de los Tesalonicenses ordenando la muerte de miles de personas en el anfiteatro de la ciudad. La ira que caracterizó a Teodosio era tan grande que no cedió a las peticiones intermediarias de san Ambrosio que ocupaba entonces el trono episcopal de Milán. Después de éste crimen, cuando el emperador deseó entrar en la catedral, el valeoros obispo se puso en la puerta y le prohibió la entrada. Todo el mundo esperaba el estallido del conocido mal de Teodosio, la ira. Sin embargo, obedeció humildemente, y con lágrimas en los ojos pidió perdón.
Después, conmocionado y humillado, volvió al palacio. El emperador cumplió toda la penitencia que le había puesto su obispo, y cuando la concluyó se presentó en la Iglesia como un penitente normal, vestido de una túnica sencilla, sin ningún distintivo de su rango, y escuchó la oración de perdón. El fruto de su penitencia, que dio ejemplo a todo el pueblo, fue una ley que decía que ningún condenado a muerte sería ejecutado si no hubiesen pasado 30 días después de la sentencia.
Tal fue el arrepentimiento y la humildad de Teodosio, que el Señor se complació en otorgarle el don de obrar milagros.
Cuentan sus biógrafos que, durante una peregrinación suya a Jerusalén, el emperador apareció vestido de plebeyo y, acercándose a las puertas de la Iglesia de la Resurrección oraba, cuando las puertas de la Iglesia se abrieron solas, de par en par, y el templo se llenó de luz con las lámparas y las velas encendidas como en los días festivos. El Señor recibió con honores regios al humilde emperador y siervo Suyo.
Teodosio había copiado con su propia mano el evangelio entero, obligándose a leer una porción de él cada día. Decía a menudo que se alegraba más de ser miembro de la Iglesia que de ser rey de toda la tierra.
Así pasaron 16 años de devoto reinado. Teodosio esparció por todo el mundo romano la Verdad, la Paz y la Pureza de las costumbres. El 17 de enero del año 395 el rey terrenal entregó su alma al Rey celestial y Señor suyo. Tenía 60 años. Sus restos fueron trasladados desde Milán a Constantinopla donde fue enterrado con grandes honores.
Devotísimo y humilde rey Teodosio, hijo de la tierra española, ruega al Señor por el bienestar de las santas Iglesias de Dios. Amén.
REFERENCIAS
La Ortodoxia es la Verdad. (2024). San Teodosio el Grande, Emperador. Atenas, Grecia: https://laortodoxiaeslaverdad.blogspot.com
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