conmemorado el 28 de septiembre.
El Santo Profeta Baruc, aquel valiente amante de la verdad (cuyo nombre significa “bendito”), vivió en el siglo VII a. C. Era hijo de Nerías y devoto seguidor y secretario divinamente inspirado del Santo Profeta Jeremías (1 de mayo).
Cuando Jeremías fue aprehendido, Baruc escribió las profecías que dictó (Jer 36:4), ordenándole que las leyera al pueblo. Cuando el rey Joaquín fue informado de ésto, en vez de beneficiarse de las advertencias del Santo Profeta, arrojó el rollo al fuego. Baruc también fue aprehendido porque los judíos lo odiaban por amar la verdad y por su lenguaje valeroso. Cuando los judíos huyeron atemorizados a Egipto por razón de su oposición al rey de Babilonia, Baruc acompañó a Jeremías. La tradición rabínica sugiere que Baruc regresó a Babilonia después de presenciar la lapidación y muerte del Santo Profeta Jeremías, y de dar sepultura a su cuerpo.
En su libro profético, Baruc previó claramente la Encarnación del Señor Jesucristo. La sección de 3:9 a 4:4 es una hermosa descripción de la Sabiduría Divina “que se dejara ver en la tierra, y conversara con los hombres” (3:38). Ésto proclamó:
Este es nuestro Dios, ninguno otro cuenta a su lado para nada. Él conoce todos los caminos de la ciencia, y se la concedió a Jacob, su siervo, y a Israel, su amado. Hizo, además, que se dejara ver en la tierra, y conversara con los hombres. (Ba 3:36-38).
Éstas palabras se leen en las Vísperas de la Natividad de nuestro Señor, Dios y Salvador, Jesús Cristo en la Hora Tercera y se atribuyen al profeta Jeremías.
San Juan Crisóstomo dice, en la sexta de sus Instrucciones Bautismales: “Aquí el Profeta habla del Hijo. ¿De quién habla el Profeta? No dice ésto del Padre, ¿verdad? Por supuesto que no”. San Juan continúa explicando que Baruc fue el primero en decir que Dios se haría Hombre, pero seguiría siendo Dios. Cristo no es sólo el Legislador del Antiguo Testamento, sino también la Divina Sabiduría, Palabra y Poder de Dios.
El profeta Baruc es citado o parafraseado varias veces en los Servicios Divinos de la Iglesia de Cristo. En el Domingo de Ramos cantamos: “Éste es nuestro Dios, y no hay otro como Él... Se mostró en la tierra y vivió entre los hombres. Bendito el que viene en el nombre del Señor nuestro Salvador” (Canon en Maitines Tono 4, Oda 9).
En la Gran Fiesta de la Teofanía escuchamos: “La Divinidad se ha aparecido en carne a los habitantes de la tierra” (Maitines de la Ante Fiesta, Apóstica, Tono 2).
En la Fiesta de la Transfiguración del Señor cantamos el siguiente himno a la Santísima Theotokos: “Tu parto fue sin mancha; Dios salió de tu vientre, y apareció sobre la tierra vestido de carne y habitó entre los hombres; por eso, todos magnificamos tú, oh Theotokos” (Canon en Maitines Tono 4, Oda 9).
Nuevamente, en la Fiesta de la Transfiguración, ensalzamos a la Santísima Virgen: “Todo oído temblaba de temor al oír la inefable condescendencia de Dios: cómo el Altísimo por su propia voluntad descendió hasta la carne, y se hizo hombre de un vientre virginal. Por tanto, nosotros fieles magnificamos a la Madre de Dios inmaculada” (Segundo Canon en Maitines Oda 8, Irmos).
Asimismo, el Santo Profeta Baruc profetizó el retorno de los judíos del cautiverio babilónico y la desolación de Babilonia. En la iconografía se lo representa como un anciano con una barba redondeada.
Los protestantes consideran que el Libro tradicionalmente atribuido a Baruc no es canónico, pero es aceptado por la Iglesia Ortodoxa y también por los católicos romanos.
REFERENCIAS Orthodox Church in America. (2023). Prophet Baruch. New York, Estados Unidos: OCA.
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