conmemorada el 10 de marzo.
La Venerable Anastasia de Alejandría, pertenecía a la alta clase social de los Patricios, vivía en Constantinopla y descendía de una familia aristocrática. Era la imagen de la virtud y gozaba de la gran estima del emperador Justiniano (527-565). Habiendo enviudado desde joven, Anastasia resolvió retirarse del mundo y salvar su alma apartada de la algarabía de la capital. Partió en secreto de Constantinopla y marchó hacia Alejandría. Fundó un pequeño Monasterio no lejos de la ciudad y se dedicó por completo a Dios.
Varios años después, el emperador Justiniano quedó viudo y decidió buscar a Anastasia y casarse con ella. Tan pronto como escuchó ésto, Santa Anastasia viajó a un lugar remoto para solicitar la ayuda de Abba Daniel (18 de marzo).
Para salvaguardar a Anastasia, el Anciano la vistió con un traje monástico masculino y la llamó el eunuco Anastasio. Habiéndola instalado en una de las cuevas más remotas, el Anciano la dio una regla de oración y la instruyó que jamás saliera de la cueva y que no recibiera a nadie. Sólo un monje conocía éste lugar. Su obediencia fue llevar a la cueva una vez por semana una pequeña porción de pan y un cántaro de agua, dejando tales viadas a la entrada. La monja Anastasia vivió recluida durante veintiocho años. Todos creían que era el eunuco Anastasio quien moraba la cueva.
El Señor la reveló el día de su reposo. Al enterarse de su inminente partida, escribió algunas palabras para Abba Daniel en un tiesto y lo dispuso a la entrada de la cueva. El Anciano arribó prontamente y trajo todo lo necesario para su entierro. Encontró viva a la Santa Asceta, obtuvo su confesión y ella participó de los Santos Misterios. A petición de Abba Daniel, Santa Anastasia lo bendijo a él y al monje que lo acompañaba. Con las palabras: “Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu”, la Santa durmió en el Señor (ca. 567-568).
Cuando se preparó la tumba, el Anciano le dio a su discípulo su vestidura exterior y lo ordenó que vistiera con ella al “hermano” difunto. Mientras la vestía la rassa, el monje se percató de que era una mujer, mas no pronunció palabra. Sin embargo, cuando regresaron al Monasterio después de enterrar a la monja, el discípulo preguntó a Abba Daniel si sabía que el “hermano” era una mujer, y el Anciano le contó al joven monje la vida de Santa Anastasia. Más tarde, el relato del Abad fue escrita y recibió gran aclamación.
Las reliquias de Santa Anastasia fueron trasladadas a Constantinopla en el año 1200 y dispuestas no lejos de la iglesia de Santa Sofía.
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2024). Saint Anastasia the Patrician of Alexandria. New York, Estados Unidos: OCA.
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