conmemorado el 08 de mayo.
El Venerable Arsenio el Grande nació en el año 354 en Roma en el seno de una piadosa familia cristiana, que lo proporcionó una excelente educación y crianza. Estudió retórica y filosofía y dominó las lenguas latina y griega. San Arsenio abandonó la filosofía y la vanidad de la vida mundana, buscando en su lugar la sabiduría de lo alto alabada por Santiago, por cuanto es, primeramente “pura, después pacífica, modesta, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, no juzgadora, no fingida” (St 3:17). Accedió a las filas del clero como diácono en una de las iglesias romanas, dedicándose al servicio de Dios.
El emperador Teodosio (379-395), que gobernaba la mitad oriental del Imperio Romano, se enteró de su erudición y piedad y encomendó, bajo el cuidado del Venerable Arsenio, la instrucción de sus hijos Arcadio y Honorio. Arsenio, sin embargo, protestó diciendo que había abandonado los estudios seculares para servir a Dios. Contra su voluntad, mas obedeciendo la voluntad del papa Dámaso (11 de diciembre), san Arsenio aceptó instruir a los niños imperiales, con la esperanza de enseñarles también la piedad cristiana.
Cuando arribó a Constantinopla, Arsenio fue recibido con grandes honores por el emperador Teodosio, quien lo encargó educar a sus hijos no sólo en la sabiduría, sino también en la piedad, protegiéndolos de las tentaciones de la juventud. “Olvídate de que son hijos del emperador”, dijo Teodosio, “porque quiero que se sometan a ti en todo, como a su padre y maestro”.
El Santo se dedicó devotamente a la educación de los jóvenes, pero la alta estima que se le tenía turbaba su espíritu, que anhelaba la quietud de la vida monástica. San Arsenio suplicó al Señor que lo mostrara el camino de la salvación. El Señor escuchó su oración y una vez escuchó una voz que le decía: “Arsenio, huye de los hombres y serás salvo”. Y luego, despojándose sus ricas vestiduras y reemplazándolas con prendas ajadas y andrajosas, abandonó el palacio secretamente, abordó un barco hacia Alejandría y se dirigió a Escete, un Monasterio en medio del desierto.
Al llegar a la iglesia, pidió a los sacerdotes que lo aceptaran en la hermandad monástica, llamándose a sí mismo un miserable vagabundo, aunque sus propios modales lo traicionaban como un hombre cultivado. Los hermanos lo llevaron ante abba Juan el Enano (gr. “κολοβός”, 9 de noviembre), célebre por su santidad de vida. Él, deseando poner a prueba la humildad del recién llegado, no sentó a Arsenio con los monjes para tomar alimentos en la trapeza. Lo arrojó un trozo de pan seco, diciendo: “Come si quieres”. San Arsenio se puso de rodillas y recogió el pan con la boca. Luego se arrastró hasta un rincón y se lo comió. Al ver esto, el Anciano Juan dijo: “¡Será un gran asceta!”. Luego, aceptando a Arsenio con amor, lo tonsuró como monje.
San Arsenio cumplió con celo sus obediencias y pronto superó en ascetismo a muchos de los Padres del desierto. El Santo volvió a escuchar la Voz mientras oraba: “Arsenio, huye, calla, recógete, porque estas son las raíces de la impecabilidad”. A partir entonces, san Arsenio se instaló en una celda solitaria en lo profundo del desierto. Habiendo asumido la lucha por el silencio, rara vez salía de su reclusión. Sólo iba a la iglesia los domingos y días festivos, guardando completo silencio y sin conversar con nadie. Cuando Abba Moisés lo preguntó por qué se ocultaba de la gente, san Arsenio respondió: “Dios sabe que te amo, pero no puedo permanecer con Dios y con los hombres al mismo tiempo. Todos los poderes celestiales tienen una sola voluntad y alaban a Dios juntos. En la tierra, sin embargo, hay muchas voluntades humanas y cada hombre tiene sus propios pensamientos. No puedo dejar a Dios para vivir con la gente”.
Aunque absorto en oración constante, el Santo no rechazó a los monjes visitantes con su consejo y guía, dando breves pero perspicaces respuestas a sus preguntas. Una vez, un monje de Escete vio al gran Anciano a través de una ventana orando, envuelto por una llama.
La artesanía de san Arsenio era tejer cestas, para lo cual utilizaba hojas de palmeras datileras empapadas en agua. Durante todo un año san Arsenio no cambió el agua del recipiente, sino que simplemente le añadió un poco de agua de vez en cuando. Ésto provocó que su celda quedara impregnada de un hedor fétido. Cuando se lo cuestionó por qué hacía ésto, el Santo respondió que era conveniente para él humillarse de tal modo, porque en el mundo había usado incienso y aceites aromáticos. Oró para que después de la muerte no experimentara el hedor del infierno.
El renombre del gran asceta se extendió a lo largo y ancho, y muchos deseaban verlo y perturbaban su tranquilidad. Por tanto, el Santo se vio obligado a desplazarse de un sitio a otro. Pero aquellos que estaban sedientos de recibir su guía y bendición aún lo encontraron.
San Arsenio enseñó que muchos asumen grandes obras de arrepentimiento, ayuno y vigilia, pero es raro que alguien guarde su alma del orgullo, la codicia, los celos, el odio al hermano, el recuerdo de los errores y el juicio. En ésto se parecen a tumbas decoradas exteriormente, mas repletas de huesos malolientes.
Cierto monje preguntó una vez a san Arsenio qué debía hacer cuando leía las Sagradas Escrituras y no comprendía su significado. El Anciano respondió: “Hijo Mío, debes estudiar y aprender las Sagradas Escrituras constantemente, aunque no comprendas su poder... Porque cuando tenemos las palabras de las Sagradas Escrituras en nuestros labios, los demonios las oyen y se aterrorizan. Luego huyen de nosotros, incapaces de soportar las palabras del Espíritu Santo que habla por medio de sus apóstoles y profetas”.
Los monjes escucharon cómo el Santo a menudo se animaba a sí mismo con las palabras: “¡Despiértate, Arsenio, trabaja! ¡No te quedes inactivo! No habéis venido aquí a descansar sino a trabajar”. También dijo: “A menudo me he arrepentido de las palabras que he dicho, pero nunca de mi silencio”.
El gran asceta y vigía del silencio recibió el don de las lágrimas, con las que sus ojos se llenaban constantemente. Pasó cincuenta y cinco años en labores y luchas monásticas. Pasó cuarenta años en Escete y diez años en la montaña de Troe, cerca de Menfis. Luego pasó tres años en Canopus y dos años más en Troe, donde durmió en el Señor.
Nuestro Venerable Padre Arsenio el Grande, portador de Dios, reposó cuando tenía casi cien años, alrededor del año 450.
Sus únicos discípulos parecen haber sido Alejandro, Zoilo y Daniel (7 de junio).
REFERENCIAS
Orthodox Church in America. (2024). Venerable Arsenius the Great. New York, Estados Unidos: OCA.
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