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VENERABLE TEODORO EL CONFESOR, ABAD DEL MONASTERIO DE STUDION

conmemorado el 11 de noviembre.


El Venerable Teodoro el Confesor, Abad del Monasterio de Studion, nació en el año 758 en Constantinopla en una familia del recaudador de impuestos imperial Fótino y su esposa Teoctiste, ambos cristianos piadosos. San Teodoro recibió una buena educación de los mejores rétores, filósofos y teólogos de la ciudad capital.

En aquel tiempo, la herejía iconoclasta se había esparcido por el imperio bizantino, y era promovida por el impío emperador Constantino V (741-775). Las opiniones del emperador y su corte entraron en conflicto con las creencias religiosas de Fótino, devoto confesor de la ortodoxia, por lo que abandonó el servicio gubernamental. Más tarde, los padres de san Teodoro donaron, de mutuo acuerdo, sus bienes a los menesterosos, se despidieron el uno del otro y aceptaron la tonsura monástica. Su hijo Teodoro pronto se hizo célebre en la capital por su participación en las numerosas disputas sobre la veneración de los iconos.

San Teodoro era un gran orador y dominaba la terminología y la lógica de los filósofos, por lo que a menudo debatía con los herejes. Su conocimiento de las Sagradas Escrituras y del dogma cristiano era tan profundo que nadie podía superarlo.

El Séptimo Concilio Ecuménico puso fin a las disensiones y trajo la paz a la Iglesia bajo la emperatriz Irene. El Concilio Ecuménico, como suma autoridad en la vida de la Iglesia, condenó y rechazó la iconoclasia para siempre.

Entre los Padres del Concilio se contaría san Platón (5 de abril), tío del Venerable Teodoro, y que durante largo tiempo había vivido la vida ascética en el monte Olimpo. El Santo Anciano Platón, pleno de la gracia del Espíritu Santo, convocó, al concluir el Concilio, a su sobrino Teodoro y a sus hermanos José y Eutimio a la vida monástica en el desierto.

Después de partir de Constantinopla, viajaron a Sakoudion, no lejos del Olimpo. La soledad y belleza del lugar, así como la dificultad de acceso, agradaron al Anciano y a sus sobrinos, que decidieron permanecer allí. Los hermanos construyeron una iglesia dedicada a San Juan el Teólogo y poco a poco el número de monjes fue aumentando. Se formó un Monasterio, y San Platón fue el Higúmeno.

La vida de san Teodoro fue verdaderamente ascética. Obró en arduas labores. Observaba estrictamente los ayunos y cada día se confesaba con su padre espiritual, el Anciano Platón, revelándolo todos sus actos y pensamientos, cumpliendo obedientemente todos sus consejos e instrucciones.

Teodoro dedicaba tiempo a la reflexión espiritual diaria, desnudando su alma a Dios. Sin preocuparse por nada terrenal, lo ofrecía un culto místico. San Teodoro leía incansablemente las Sagradas Escrituras y las obras de los Santos Padres, especialmente las de san Basilio el Grande, que eran como alimento para su alma.

Después de varios años de vida monástica, san Teodoro fue ordenado sacerdote según la voluntad de su padre espiritual. Cuando san Platón durmió en el Señor, los hermanos eligieron unánimemente a san Teodoro como higúmeno del Monasterio. Incapaz de oponerse al deseo de su confesor, san Teodoro aceptó la elección de los hermanos, pero se impuso a sí mismo mayores actos de ascetismo. Instruyó a los demás con el ejemplo de su propia vida virtuosa y también con su ferviente instrucción paternal.

Cuando el emperador transgredió los cánones de la Iglesia, los acontecimientos de la vida exterior perturbaron el sosiego en las celdas monásticas. San Teodoro distribuyó valientemente una carta a los demás Monasterios, en la que declaraba al emperador Constantino VI (780-797) excomulgado de la Iglesia por sus propias acciones por abusar de las normas divinas sobre el matrimonio cristiano.

San Teodoro y diez de sus compañeros ascetas fueron enviados al exilio a la ciudad de Tesalónica. Pero también allí la voz denunciante del monje siguió alzándose. A su regreso al trono en el año 796, Santa Irene liberó a san Teodoro y lo nombró Abad del Monasterio de Studion (dedicado a san Juan el Precursor) en Constantinopla, en el que sólo había doce monjes. El Santo pronto restauró y ensanchó el Monasterio, atrayendo a cerca de mil monjes que deseaban tenerlo como director espiritual.

San Teodoro compuso una regla de vida monástica, llamada la “Regla Estudita”, para dirigir el Monasterio. San Teodoro también escribió muchas cartas contra los iconoclastas. Por sus obras dogmáticas, y también por sus Cánones y Cánones de las Tres Odas, san Teoctisto llamó a san Teodoro “un ardoroso maestro de la Iglesia”.

Cuando Nicéforo se apoderó del trono imperial, deponiendo a la piadosa emperatriz Irene, violó juntamente las normas de la Iglesia al restituir en la Iglesia a un sacerdote previamente excomulgado por su propia autoridad. Una vez más, san Teodoro denunció al emperador. Después del tormento, el monje fue enviado al exilio nuevamente, donde pasó más de dos años.

San Teodoro fue liberado por el gentil y piadoso emperador Miguel, quien sucedió en el trono tras el deceso de Nicéforo y su hijo Staurikios en una guerra contra los bárbaros. Su muerte había sido anunciada por san Teodoro desde hacía largo tiempo. Para evitar una guerra civil, el emperador Miguel abdicó del trono en favor de su comandante militar León el Armenio.

El nuevo emperador resultó un iconoclasta. Los jerarcas y maestros de la Iglesia intentaron razonar con el impío emperador, mas en vano. León prohibió la veneración de los iconos sagrados y los profanó. Afligido por tal iniquidad, san Teodoro y los hermanos hicieron una procesión religiosa alrededor del Monasterio con los iconos en alto, cantando el tropario al Icono “No Hecho por Manos de Hombre” de nuestro Señor, Dios y Salvador Jesús Cristo (16 de agosto). Airado, el emperador amenazó al Venerable Teodoro con la muerte, mas éste prosiguió alentando a los creyentes a la ortodoxia. Luego el emperador condenó a san Teodoro y a su discípulo Nicolás al exilio, primero en Iliria en la fortaleza de Metopa, y más tarde en Anatolia en Bonias. Sin embargo, aún desde la prisión, el confesor perseveró en su lucha contra la herejía.

Atormentados por los verdugos que el emperador envió a Bonias, privados de alimento y bebida, cubiertos de llagas y apenas con vida, Teodoro y Nicolás soportaron todo con oración y acción de gracias a Dios. En Esmirna, adonde enviaron a los mártires de Bonias, san Teodoro curó de una severa enfermedad a un comandante militar. El hombre era sobrino del emperador y tenía la misma mentalidad que él. San Teodoro lo exhorto al arrepentimiento de sus malas obras de iconoclasia y a abrazar la ortodoxia. Pero el hombre luego recayó en la herejía y murió de una muerte atroz.

León el Armenio fue asesinado por sus propios soldados y fue reemplazado por el emperador igualmente impío pero tolerante Miguel II Traulos (el Tartamudo). El nuevo emperador liberó a todos los padres y confesores ortodoxos de la prisión, pero prohibió la veneración de iconos en la capital.

San Teodoro no deseaba regresar a Constantinopla, por lo que decidió establecerse en Bitinia, en el promontorio de Akrita, cerca de la iglesia del Santo Mártir Trifón. ​​Pese a su grave enfermedad, san Teodoro celebraba diariamente la Divina Liturgia e instruía a los hermanos. Previendo su fin, el Santo convocó a los hermanos y les pidió que conservaran la ortodoxia, veneraran los santos iconos y observaran la regla monástica. Luego ordenó a los hermanos que tomaran velas y cantaran el Canon para la Partida del Alma del Cuerpo. Justo antes de entonar las palabras “Nunca olvidaré Tus estatutos, porque por ellos he vivido”, san Teodoro durmió en el Señor, en el año 826. A la misma hora, san Hilarión de Dalmacia (6 de junio) tuvo una visión de una luz celestial durante el canto y se escuchó la voz: “Ésta es el alma de San Teodoro, que sufrió hasta la sangre por los santos iconos, que ahora parte hacia el Señor”.

San Teodoro obró numerosos milagros durante su vida y después de su muerte. Quienes invocaron su nombre fueron librados de incendios y de ataques de fieras, y recibieron curación, gracias a Dios y a san Teodoro el Estudita. El día 26 del mes de enero la Iglesia conmemora el traslado de las reliquias de Teodoro el Estudita desde Kherson a Constantinopla en el año 845.

Quienes padecen dolencias estomacales piden la intercesión de san Teodoro.



REFERENCIAS

Orthodox Church in America. (2024). Venerable Theodore the Confessor, Abbot of the Studion. New York, Estados Unidos: OCA.

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